Franco Germaná Inga
La clave del Perú
Para una sociedad más segura y que agilice las inversiones
“El Perú desde este momento es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!"
Han pasado casi 195 años desde que el general don José de San Martín pronunciara estas sagradas palabras un 28 de julio de 1821, frente a más de 16,000 personas en la Plaza Mayor de Lima, proclamando así la independencia del Perú. Por ende, ahora que estamos en el mes patrio, a días de celebrar un año más de independencia y también de tener un nuevo gobierno, es momento que miremos el pasado y saquemos algunas conclusiones.
Desde el inicio de la República hemos recorrido un largo camino como país. La historia nos enseña que hemos tenido algunos momentos de auge económico y otros de crisis; de paz y de muerte; de estabilidad y democracia, seguidos de años de dictadura y arbitrariedad. Nuestra “historia pendular”, nos da varios ejemplos de estos extremos.
Hemos gozado de auges económicos con las explotaciones del guano y el salitre, el caucho y, hasta hace algunos años, los minerales. No obstante, también sabemos lo que es sufrir por el mal manejo de la economía. Cómo olvidar la crisis económica e hiperinflación de fines de los ochenta.
Asimismo, nuestros momentos de paz han sido interrumpidos por la muerte, que fue producto de guerras como la del Pacífico o las que tuvimos contra Ecuador. Además el Perú también se desangró como producto del terrorismo asesino de Sendero Luminoso y el MRTA. Por otro lado, hemos tenido gobiernos democráticos, que han sido quebrantados por múltiples golpes de Estado, como los de Sánchez Cerro, Odría, Velasco, entre otras perlas.
A pesar de todos los traspiés, hemos avanzado mucho desde que nos independizamos de España. Actualmente, el 78% de peruanos no vive en la pobreza, y hemos tenido el cuarto proceso electoral democrático consecutivo. Ambos datos reflejan una verdad: vivimos en la mejor etapa de la historia republicana, y esto solo ha sido posible debido a que la economía social de mercado y la democracia son ideales que —con mucho esfuerzo y a pesar de las malas experiencias— se han enraizado en la conciencia popular.
No obstante lo avanzado, no podemos caer en la complacencia. Por ello, es nuestro deber construir el tipo de país que queremos para nuestros hijos y las generaciones que después de ellos vengan. Tenemos que encontrar la manera de vivir sin miedo en una sociedad más segura, que fomente el emprendimiento y agilice las inversiones, que tenga un sistema de justicia honesto y eficiente, un sistema electoral claro y un Estado moderno.
Lamentablemente, si no hay gente preparada para gestionar estas reformas o sostenerlas en el tiempo, ese país soñado solo se quedará en eso: un sueño. Por eso que la clave del Perú es la educación. Si bien es cierto que para mejorarla, y tener sólidos resultados a largo plazo, los cambios deben comenzar incluso desde antes que el niño vaya al nido, no podemos perder de vista nuestro presente y la imperiosa necesidad de modernizar la educación universitaria.
Por ende, es necesario que la educación universitaria adopte un modelo basado en pilares como la globalización, el emprendimiento, la innovación, la ética y la responsabilidad social, que es lo que nos humaniza. Si los alumnos aprovechan bien este enfoque integral, mañana serán los primeros en la fila cuando una empresa o el Estado requieran de profesionales de primer nivel.
Finalmente, creo que debemos darle una nueva lectura a las palabras del general San Martín. Porque para ser verdaderamente libres e independientes hay que agarrar un libro y ponerse a leer.
Franco Germaná Inga.
@FrancoGermana
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