Berit Knudsen
La ciudad entera bajo arresto
El pueblo pidió que se vaya Castillo, pero recibió solo libertad condicional
Somos testigos de las manifestaciones de protesta a lo largo de todo el Perú. Pero esta crisis escaló con el paro del gremio de transportes, agravado con la infeliz declaración del ex sindicalista Pedro Castillo, quien manifestó: “Se están anunciando algunos paros y bloqueos en las carreteras, malintencionados y pagados…”. Una frase que encendió la llama del sindicato de transportistas, y con ellos al pueblo entero de Huancayo y otras ciudades del país.
Hoy el país es un polvorín, situación agravada por la incompetencia de los ministros y sus declaraciones desconectadas de la realidad. Merece especial mención el premier Aníbal Torres, quien decidió competir con la reina María Antonieta, transformando la célebre frase en “A falta de pollos, buenos son pescados”, sin saber que esto también le podría costar la cabeza.
El sentir del pueblo es de irritación y zozobra. Los precios suben –petróleo incluido–, el dinero no alcanza, la inseguridad se incrementa, la educación y la salud están en crisis, y no se vislumbran proyectos que propicien la generación de empleos. La población insiste en que el Gobierno no hace nada. Pero prosigue el nombramiento de autoridades corruptas e incompetentes para los cargos, la delincuencia se incrementa, la pobreza aumenta y con ella el descontento, la indignación y el hartazgo.
¿Pero qué pasó el 5 de abril? Marcharon los adultos, los jóvenes, la clase media trabajadora, las clases populares; marchó la población civil y el pueblo. Marcharon todos, porque todos se sintieron afectados. El detonante, especialmente para los jóvenes, fue la sensación de pérdida de libertad, el intento de un Gobierno sin autoridad de encerrarlos al puro estilo del expresidente Vizcarra, anunciando el estado de emergencia y la consecuente suspensión de las libertades individuales. El primer ministro había anunciado que dicha medida podría ser prorrogada por 15 días y el pueblo se pronunció haciendo uso de su derecho a la desobediencia civil en defensa de los derechos constitucionales. Los limeños llegaron caminando a la plaza San Martín y al Congreso para manifestar su indignación.
Ese mismo 5 de abril el Congreso había invitado a Pedro Castillo a una reunión para evaluar "propuestas y medidas para encontrar la solución a la crisis que afronta el país”. Durante esa reunión Pedro Castillo se mostró nervioso, inseguro, perdiendo el ardor del que hace gala durante sus monólogos en las plazas públicas, en los que solo busca dividir al país. El resultado fue la anulación del toque de queda y las mentiras de Pedro Castillo, esta vez ante el Congreso, aseverando que tenía que ir a Palacio a firmar un decreto nunca publicado. Así, tanto el Ejecutivo, como el Legislativo dieron por concluido el incidente, mientras el pueblo entero continuaba protestando.
¿Cuál fue el verdadero objetivo de la marcha? Proclamar la indignación colectiva, y exigir la renuncia de Pedro Castillo y su equipo de gobierno. Pero la cruda realidad es que no contamos con verdaderos representantes de la población civil; es evidente la ausencia de un líder, y la clase política no defiende los reales intereses de la población. Las incesantes protestas y la lamentable muerte de ocho personas durante las multitudinarias manifestaciones a nivel nacional, luego de meses de hartazgo ante los abusos del partido de Gobierno no puede cerrarse con un decreto de libertad condicional, dando marcha atrás al toque de queda, y dejar que sigan pisoteando nuestros derechos y libertades.
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