Eduardo Zapata
La abstención egoísta
Jóvenes que prefirieron desentenderse de la suerte del país
En una nota anterior hablábamos del ´voto egoísta´ en estas elecciones. Es decir, aquel voto emitido para satisfacer únicamente nuestro narcisismo, sin pensar en los efectos políticos, sociales y económicos que nuestro egoísmo puede causar en los demás. Porque era más que evidente que entregarle la conducción del país a un hombre que no sabe multiplicar –entre otras falencias– equivalía a contratar a un chófer que no tiene idea de cómo se maneja un automóvil.
Podemos, por supuesto, tejer argumentos que avalen nuestra actitud nice y cool. Y entonces hablar del ´representante del verdadero pueblo´, de reivindicaciones étnicas o de saldar deudas históricas con los excluidos. Seguro muchos habrán utilizado esos argumentos incluyendo, por cierto, una gran dosis de solidaridad con el ´hermano de Cajamarca´. Pero sabemos que lo que estaba en juego era algo distinto a nuestro discurso progresista para la exportación.
Indicios y evidencias nos hablaban de un partido político convertido en una verdadera organización para delinquir. Sabíamos de los nexos con el marxismo, leninismo, maoísmo; ellos mismos lo decían. Y sabíamos de la inexistencia de un Plan de Gobierno y de cuadros técnicos para conducir al país en horas difíciles. Pero nada de eso importó. Y hablamos del voto del privilegiado e incluido, no del excluido. El pretexto era oponerse a una señora ´ladrona´ que –a imagen y semejanza de su padre– iba a cometer sus tropelías y execrables delitos.
Sabemos, sin embargo, que Pedro Castillo y Keiko Fujimori representan solo al 30% del electorado. En la primera vuelta el 70% del país votó en sentido contrario a ambas candidaturas. Y a pesar de indicios, evidencias y argumentos, hoy muchos militan y se agreden por aquello en lo que los ´señoritos´ universitarios privilegiados no creen –en puridad– en su gran mayoría.
El asunto de fondo era optar por la posibilidad de la continuidad democrática. Por la certeza de votar en cinco años por un candidato de nuestras simpatías. Frente a ello, una Asamblea Constituyente que –a semejanza de lo ocurrido en otros países– anularía las libertades. Entre ellas, la de elegir mañana.
Pero tuvimos también el ´abstencionismo egoísta´ en distritos que pudieron decidir la elección. Miraflores, San Isidro, Surco, Jesús María. Allí muchos prefirieron o viajar al exterior el fin de semana o ir a la playa y desentenderse de la suerte del país.
Felicito a quienes de verdad y convencidos votaron por el señor Castillo. Con sus pecados para muchos, pero con su verdad para la mayoría de los electores que creyeron en su ´cambio´.
Felicito a quienes votaron por Fuerza Popular pensando en presente y futuro, y no por miedos o complejos.
Debo decir que tanto el voto egoísta como el abstencionismo egoísta merecen mi repudio ético. Un repudio que alcanza a nuestra educación toda y particularmente a aquella proveniente de los padres de los jóvenes cultores del egoísmo.
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