Iván Arenas
Keiko Fujimori y su relación con la clase media
La única manera de que Keiko gane las elecciones presidenciales del 2021
A estas alturas todo indica que Keiko Fujimori no podrá ser presidenta del país si no tiene el apoyo de la clase media, sobre todo del sector C, en Lima y en las principales ciudades del sur peruano. Si uno mira con detenimiento los resultados de las últimas dos elecciones perdidas (2011 y 2016) por la candidata de Fuerza Popular —ante Ollanta Humala y PPK— sabrá que el apoyo de la clase media y de varias ciudades en el sur peruano a sus adversarios fue decisivo para su derrota.
En los últimos dos años el liderazgo de Keiko Fujimori ha contenido la estrategia de veto de un sector de medios, periodistas y parte del establishment, logrando la supervivencia de Fuerza Popular cuando todo el mundo creía que el partido se quebraba. Si bien la tarea ha sido titánica, es casi indiscutible que la imagen de Fuerza Popular y de Keiko Fujimori ha sido mellada hasta el punto de un descenso significativo en su aprobación y en la intención de voto.
Es obvio que la larga guerra y las duras batallas que Fuerza Popular enfrente le seguirán pasando factura. El antifujimorismo tiene (legítimamente, y nos guste o no) una estrategia para debilitar a Fuerza Popular a cualquier costo. De allí, por ejemplo, que en las últimas semanas hayamos sido testigos de cruentas batallas entre un sector de medios y periodistas contra el Congreso, presidido por los naranjas, alrededor de varios temas; entre ellos la compra de televisores, la contratación de empleados. Y sobre todo con respecto a la aprobación y promulgación de la ley que prohíbe la publicidad estatal en medios privados. A todo lo anterior hay que sumar el meteórico ascenso a los cielos de Kenji Fujimori, aupado por algunas fuerzas antifujimoristas.
Si Keiko Fujimori y Fuerza Popular creen que solo desarrollando una estrategia de contención y reacción —a los duros golpes del antifujimorismo— llegarán con todas las posibilidades intactas a ganar una probable elección presidencial el 2021, entonces se están equivocados. La cosa no va por allí. ¿Por qué? Como indicábamos párrafos arriba, las últimas campañas de periodicazos, periodistas y analistas contra un Congreso de mayoría naranja están logrando irradiar un sentido común sobre Fuerza Popular. ¿Cuál es ese sentido común? Que el fujimorismo es una fuerza que se nutre y compone de todos los males, y que es una piedra en el zapato para la gobernabilidad y la democracia. Si la idea e imagen de un keikismo carnívoro logra desarrollarse aún más, sobre todo en la clase media en Lima y en las principales ciudades, entonces Keiko Fujimori corre el riesgo de perder unas nuevas elecciones en el 2021.
Hasta ahora, la única manera de que Keiko gane las elecciones presidenciales es evitando la ruptura total entre Fuerza Popular y la clase media. Sin embargo, Fuerza Popular tiene cómo hacerlo, porque de alguna manera u otra representa el carácter proempresarial y anti Estado de una clase media emergente que creció con las medidas económicas del albertismo. Keiko Fujimori no puede olvidar de dónde ha venido ni qué representa, porque ese sería el principio del fin. Su tarea es reconectarse con la clase media peruana, si pretende ganar las elecciones.
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