Juan Carlos Valdivia
Juro que no seré el último
Sobre las responsabilidades de Humala en su último año de gobierno
El presidente Humala, el pasado sábado, mostró su interés en que se investigue lo sucedido con los contratos de la Interoceánica. Sin embargo, cuando se le preguntó sobre la denuncia del semanario “Hildebrandt en sus trece” que lo implica a él de haber supuestamente recibido coimas de alguna empresa brasileña, entonces ahí sí se mostró indignado e incluso reclamó por el honor de la primera amiga de la nación -Rocío Calderón, mencionada en el reportaje- a quien le recomendó que enjuicie a los responsables de aquella publicación.
El humalismo ha estado jugando con fuego y, como era previsible, ha terminado quemándose. Se ha pasado cuatro años levantando alfombras y señalando culpabilidades, y el paso del tiempo le viene devolviendo cada uno de sus actos. Cada día son más las explicaciones que nos deben. Gastos suntuosos, tarjetas de créditos, depósitos del exterior, pagos en efectivo de viajes al exterior, remodelaciones inmobiliarias y ahora estas acusaciones que llegan desde Brasil.
Es una situación delicada, porque es esta bonanza económica sin explicaciones de los Humala Heredia la que está haciendo tomar distancia a personajes como Daniel Abugattas, Omar Chehade o Marisol Espinoza. Ya solo quedan a su lado los interesados o los intrascendentes. Y con ellos deberán enfrentar el último año de su mandato.
Lamentablemente, el Presidente parece no comprender la situación a la que se enfrenta y sigue agudizando las confrontaciones. Y las cifras de la economía comienzan a hablar. A reclamar. La desconfianza empresarial afecta las inversiones y por el lado del gobierno, la falta de experiencia y de una conducción firme hace que naveguemos sobre aguas turbulentas, sin que nadie se atreva a enfrentar el temporal.
Si tuviera algún grado de responsabilidad, el Presidente Humala debería, este 28 de julio, plantear una propuesta de unidad nacional para los últimos 365 días. Hay que enderezar los rumbos y dejar la nave del Estado encaminada hacia el desarrollo. No insistir en que este gobierno ha inventado las políticas sociales, sino plantearnos cómo lograr mayores inversiones para que las verdaderas políticas sociales (educación, salud, seguridad) lleguen a todos los peruanos. Este 28 de julio Humala debe plantearse un nuevo juramento: no seré el presidente que termine con el milagro económico peruano.
Porque eso es lo que nos jugamos en las siguientes elecciones. La falta de convicción de este gobierno ha producido la desaceleración económica, mientras que el inútil enfrentamiento con el aprismo hizo que perdiéramos años en profundizar el rescate de la educación y el retraso en algunas obras importante de infraestructura. Ahora nos toca enfrentar en los próximos meses la violencia del Niño y una cambiante economía mundial.
El gobierno del presidente Humala no debe ser el que ponga punto final a nuestras posibilidades de ser un país desarrollado, de vencer a la pobreza y de cambiar nuestra educación. Tiene entonces la obligación de cambiar de actitud, de asumir que su estilo ha sido derrotado y que requiere de consensos para reencaminar al país. En tan solo un año se puede recuperar mucho de lo perdido en los anteriores cuatro. Pero especialmente, evitar que la economía golpeada produzca un resultado electoral contra el país.
Por Juan Carlos Valdivia
20 – Jul – 2015
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