Juan Carlos Valdivia
Jugando con Fuego
No juegues con el diablo. El diablo come candela
Quizás la decisión del Congreso de permitir el ingreso del Estado a las operaciones petroleras marque el futuro de la economía en el Perú. Mientras en el Parlamento se desempolvaban los discursos estatistas, esos que hablan de empresas estratégicas y de soberanía energética, a pocos kilómetros de ahí, se aprestaban a iniciar una reunión sin precedentes, los representantes de las principales empresas mineras del mundo, que operan en el Perú, y que llegaban invitadas por el presidente Humala a una conversación sobre cómo mejorar las relaciones entre minería y comunidades.
Entonces los más importantes funcionarios de la minería en el mundo eran testigos de un doble discurso por el Gobierno. Mientras en un hotel sanisidrino se hablaba de soluciones a cargo de la empresa privada, en el Parlamento se afirmaba –en boca del ex presidente del Congreso Víctor Isla- que la intervención del Estado en el sector petrolero marcaba un derrotero para la resolución de conflictos como Tía María o Conga. ¿Isla planteaba la intervención de empresas estatales en la minería? ¿Se piensa acaso resucitar Centromin?
El Gobierno no ha podido fortalecer una imagen que genere confianza en el inversionista. No se siente al presidente Humala convencido de lo que hacen sus ministros, además de existir un sistema paralelo por el que deben transitar los más importantes inversionistas, y que ha quedado reflejado en las agendas de la señora Heredia.
Todo ello tiene sus efectos en la desaceleración económica. Los empresarios tienen derecho a dudar cuando escuchan discursos presidenciales que cuestionan a la inversión privada, mientras sus ministros ofrecen certezas y garantías a los inversionistas. Mejor esperar a que acabe el gobierno dentro de algunos meses, y centrar esperanzas en lo que vaya a pasar en las elecciones cada vez más cercanas.
El problema es el efecto que este tipo de decisiones tendrá en el proceso electoral. La norma aprobada en el Congreso deja en decisión de los funcionarios de Perupetro la decisión obvia –y ya adelantada- de respetar el contrato suscrito con la canadiense Pacific. Cuando los ciudadanos de Loreto se den cuenta que no ha sucedido lo que ellos esperan –el ingreso inmediato de Petroperú- entonces el reclamo se tornará más violento y se complicará la continuidad de las operaciones. Será el primer resultado de un gobierno que ha decidido jugar con fuego.
Pareciera que desde Palacio de Gobierno se pretende generar un ambiente convulsionado que coincida con el proceso electoral. Quieren generar un ambiente polarizado que permita el desencanto general, para la aparición de algún candidato ligado, auspiciado, por los esposos Humala Heredia.
Lo cierto es que es un juego peligroso. Jugar con fuego es jugar con el diablo. Pretender organizar escenarios convulsionados solo confirmaría que el famoso legado que pretende dejar Ollanta Humala será el del fin del milagro económico peruano. Estamos advertidos.
Por Juan Carlos Valdivia
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