Vincent Dumortier
Hefesto y el clima
Sobre la relación del Niño con los volcanes marinos
Mientras el perfectamente natural y cíclico fenómeno El Niño muestra sus primeras señales de debilidades y que, al mismo tiempo – quizá ya que pasó la exaltación de las COP20 y 21 -, se empieza a reconocer que dicho fenómeno no es de magnitud similar a otros anteriores, tal vez es hora de que nos preguntemos si se trata realmente de un fenómeno climático.
¡Entendámonos bien! Cuando cuestiono el aspecto climático del fenómeno El Niño no hago referencia a la distinción entre climatología y meteorología; distinción que permite descartar todos los fenómenos meteorológicos supuestamente “excepcionales” (tifón, inundación, sequía, etc.) como prueba de un eventual cambio climático. ¡No! Si cuestiono hoy el carácter climático de El Niño es en otro marco. Asimismo, considerando que la climatología se vuelve cada vez más un tema de religión pagana – sorprendentemente alentada por el Vaticano – considero que tal vez cabe interesarse sobre el caso de Hefesto.
Analizando entonces al vínculo que podría existir entre El Niño y el volcanismo, es factible encontrar unos elementos interesantes. Hace algunos años fue publicado - incluso en la revista “Nature”- un estudio que demostraba el vínculo estadístico entre erupciones de volcanes tropicales y ocurrencia del fenómeno El Niño.
No obstante lo más interesante proviene tal vez de la reciente publicación del miembro de la Asociación Americana de Geólogos Profesionales (AAGP), James Edward Kamis (aquí una versión en castellano). En esta publicación y, a pesar que no comparto con él los calificativos que usa para describir la intensidad del actual El Niño, el geólogo vincula dicho fenómeno a mega sistema de flujo geológico del océano profundo; entiendan venteos hidrotermales, grandes fallas en las placas tectónicas, bolsillos localizados de lava, erupción, grietas y fracturas abiertas de gran profundidad.
La hipótesis que plantea este geólogo merece tanto atención como investigación.
Mis más fieles lectores recordaran que ya subrayé cuán poco conocemos la naturaleza, incluso cuando se trata del número de árboles que crecen en el planeta (subestimado en siete veces como lo reporté). Este desconocimiento puede tener severas repercusiones sobre el estudio o la modelización de un hipotético clima global. ¿Y qué decir si en vez de culpar al CO2 por el supuesto derretimiento de la Antártida (que globalmente acumula hielo), veríamos que dicho derretimiento solo es local y precisamente donde hay volcanes escondidos bajo hielo?
El tema se complica paradójicamente cuando se trata de los océanos que, a pesar de cubrir tres cuartos de la superficie del planeta, son menos conocidos que la superficie de marte o la luna. Es así por ejemplo que en 2014 se dio de conocer un nuevo mapa del fondo del mar que “ha revelado más de 20.000 nuevos detalles que no se conocían como volcanes o fisuras (…)”.
¡Y los descubrimientos no paran allá! Asimismo durante el 2015 se reportó que los volcanes submarinos pueden alterar el clima tomando en cuenta que “los científicos ya habían especulado acerca de la influencia sobre el clima de las emisiones cíclicas de dióxido de carbono por volcanes terrestres, pero hasta ahora no había datos sobre las emisiones de los volcanes marinos”.
Una cosa es cierta, en plena COP21, mientras los turiferarios del cambio climático trataban de ponerse de acuerdo sobre una imposible limitación de emisiones de CO2, Hefesto - de nuevo él - nos ofreció un espectáculo grandioso.
Por: Vincent Dumortier
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