Juan Carlos Valdivia
Hay que salvar la democracia
Sobre el espionaje ilegal de los servicios de inteligencia a personajes políticos.
El gobierno está en descomposición. La debilidad lo hace reaccionar con maneras autoritarias y la falta de control político le permite cruzar todas las líneas de la legalidad. Las denuncias sobre seguimientos a políticos que cuestionan al gobierno se suman una tras otra.
A las realizadas por la revista Correo Semanal y el diario Correo (Del Castillo, general Hidalgo, Jaime Mur, asesor de Abugattas, Cecilia Tait y Natali Condori) se suman la de congresistas que muestran fotografías de autos de la DINI que los siguen como Luz Salgado o el realizado ayer por la televisión, sustentado en documentos oficiales, sobre la vicepresidenta Marisol Espinoza. Incluso Carlos Tapia ha recordado que cuando se le pidió su renuncia –a finales del 2011- se le enseñó un file con informes sobre sus actividades y Fernando Rospigliosi ha señalado cómo se descubrió el seguimiento que le hacían en sus oficinas en Miraflores. Lourdes Alcorta a través de redes sociales ha denunciado que ella tuvo un incidente similar en el Pasaje Los Pinos en Miraflores, en el 2014.
Existen las pruebas suficientes para poder afirmar que este gobierno está persiguiendo a los opositores. A las maneras autoritarias, que desde el Estado buscan desacreditar a la oposición, por acción directa de algunos ministros, podemos sumar hoy las pruebas de que se espía a todo aquel que cuestiona acciones del gobierno, ya sea desde la oposición, o al interior del mismo oficialismo.
Las prácticas autoritarias incluyen desacreditar a los medios de comunicación y periodistas que asumen una posición crítica del Gobierno. Y para ello el manejo de la publicidad estatal auspiciando algunos medios de circulación fantasmal cuyas portadas siempre están dirigidas a la oposición al gobierno.
¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Aquí se unen la vocación autoritaria del gobierno de Ollanta Humala y la irresponsabilidad de la oposición, que no ha sabido poner control a los excesos que este gobierno venía cometiendo. Tal como lo habíamos advertido, la falta de contrapesos ha hecho que Ollanta Humala se acostumbre a hacer un uso abusivo del poder. Cuando el balance de poder falla, la democracia se encuentra en peligro. Y eso es lo que nos está sucediendo.
Un ministro de Estado, que en uso de sus funciones públicas, ataca a la oposición, busca denigrar a los medios de comunicación, y cree que cualquier periodista que lo cuestione es parte de un complot político, es un ministro que no respeta los fundamentos de la democracia. Ahora si ese ministro está a cargo de la cartera del Interior, entonces es fácil entender porqué los servicios de inteligencia están dedicados a espiar a opositores, e incluso a la mismísima Vicepresidenta de la Republica.
Hay que salvar la democracia de este intento autoritario de Ollanta Humala. Es deber de los ministros que no comparten estas prácticas marcar distancia de este gobierno. Y es obligación de la oposición, plantear de inmediato –y no excusarse en las vacaciones, en la semana de representación y cualquier otro argumento- el cambio de la Presidenta del Consejo de Ministros y de los ministros responsables de esta intentona autoritaria: Daniel Urresti y Pedro Cateriano.
Por Juan Carlos Valdivia
19 - Ene - 2015
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