Guillermo Vidalón

Gestionar la cuarentena

Para evitar el estallido social

Gestionar la cuarentena
Guillermo Vidalón
31 de marzo del 2020


El Estado tiene que gestionar, a través del personal de salud, la atención a los pacientes de diversas enfermedades, además del Covid-19. Por otro lado, ha dispuesto el aislamiento social con la finalidad de contener el avance del virus, lo que ha dejado sin ingresos a un sector mayoritario de la población, principalmente aquella que trabaja en el sector informal.

¿Qué hacer ahora? Es el gran desafío. Si seguimos en cuarentena la economía se deteriora y, por consiguiente, los ingresos del Estado; lo que imposibilita seguir con el aislamiento social de manera indefinida. El nudo gordiano hay que romperlo y al mismo tiempo se debe cumplir con la restricción establecida. 

Lima alberga aproximadamente un tercio de la población nacional, diez millones de habitantes que pertenecen a los diferentes Niveles Socio Económicos (NSE), y casi todos los economistas coinciden en que la informalidad alcanza al 70% ciento; es decir, casi siete millones de personas han dejado sus labores habituales y carecen de ingresos en la actualidad. 

Analicemos cada uno de los NSE, los denominados A/B y el sector más alto del C cuentan con recursos como para seguir desarrollando sus labores por medio del trabajo remoto y la educación a distancia, y mantenerse en condiciones de aislamiento. No obstante, al menos un miembro de la familia debe movilizarse para realizar las compras de los artículos de primera necesidad; es decir, si este segmento de la población abarca a 3 millones de personas, 20% representa 600,000 personas acudiendo a centros de abastos, digamos.

Una vez por semana, casi 86,000 personas de este segmento salen de sus viviendas, no necesariamente con la protección adecuada. Si solo el 0.5% fuese portador del virus y aún no lo sabe, estamos hablando de 430 personas que acuden a los centros de abastos propagando el coronavirus y poniendo en riesgo a otras más cuando lleguen a sus viviendas. Entonces, ¿qué se debe hacer?

1) Cerrar los centros de abasto para la atención al público y potenciar la distribución del servicio en línea (ello implica contratación de más personal perteneciente a otros sectores socio-económicos), así evitamos aglomeraciones y distraer la atención del personal de caja, donde muchas veces ocurren dilaciones por discusiones ciertamente intrascendentes en este período.

2) Establecer el aislamiento productivo para el personal que trabaja regularmente en estos centros, así como para el nuevo personal temporal. Tomarles pruebas de descarte del virus y alojarlos en el centro de trabajo o en algún hospedaje cercano en jornadas laborales de 15x15 por 12 horas diarias, cuya excepcionalidad debe ser debidamente compensada. Acá estamos reactivando el servicio de hotelería local, para lo cual debe negociarse una tarifa básica que permita seguir con esta actividad, que en la actualidad está detenida- El traslado de estos trabajadores, de ser necesario, debe desarrollarse en vehículos debidamente desinfectados. Si cada trabajador logra empaquetar los pedidos de cien familias, tendremos 860 trabajadores diariamente adicionales en los centros de abasto y quizás otros 860 circulando por el ámbito de influencia del centro comercial, entre conductores de camiones y despachadores a domicilio. Estos 1,720 nuevos trabajadores generan otros 1,720 para su propia manutención, alguien tiene que preparar su alojamiento, cocinarles, lavar sus uniformes, limpiar los ambientes que ocupen. Ademá, del personal de sistemas y atención en línea para casos excepcionales, como la demanda de alguna medicina, etc.

Es decir, hemos reducido el riesgo de propagación del virus de 86,000 personas a 4,300 personas, quienes al estar trabajando pueden proporcionar recursos a sus familiares, si estimamos que cada trabajador de este segmento sume el sostenimiento de 6 personas adicionales, los beneficiarios totales terminan siendo 30,100 personas. Los NSE A/B y parte de C pueden asumir el costo del traslado de sus compras hacia sus domicilios. 

Ahora resta saber qué hacemos con los otros 6.97 millones de pobladores. Al menos deben recibir una ración alimenticia fortificada por día, además de agua y jabón. Digamos que cada ración, incluida la distribución representa, S/ 10 por persona; el gasto del Estado ascendería a S/ 69,700,000 por día. Si la cuarentena se extendiese por 30 días más, la erogación de los recursos fiscales representaría S/ 2,091 millones más sólo para proporcionar un alimento básico para que la población mantenga el aislamiento social, lo cual resulta inviable si a ello le sumamos los gastos adicionales en salud y los gastos en que están incurriendo las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

Por lo mencionado, tenemos que empezar a reactivar la economía ampliando el aislamiento productivo. Directivos del Instituto Nacional de Salud han indicado que pueden procesar diariamente hasta 12,000 kits de descarte de coronavirus. La sugerencia sería: 1) Diagnosticar 12,000 jóvenes que no se encuentran contagiados e incorporarlos al aislamiento productivo en grupos, según lugar de residencia. 2) Con relación a la alimentación, ubicar la infraestructura ociosa –en la actualidad– para preparar los alimentos, pública y privada.

Si cada joven puede preparar 100 raciones fortificadas al día, con el debido acompañamiento y en los turnos antes señalados, se necesitaría 69,700 jóvenes. Es decir, en seis días podríamos estar en capacidad de contar con dicho recursos humanos y atender las necesidades de alimentación de la población de los NSE C/D y E. Además, habríamos reactivado la economía de cocinas no utilizadas del sector privado e incorporado a la emergencia aquellas que no se están empleando, como las cocinas de las diferentes universidades. Además, se requerirá de 6,970 vehículos capaces de transportar y distribuir 1,000 raciones en promedio cada uno, que bien podrían ser contratados directamente al sector informal. Estaríamos reactivando la economía de la población de menores recursos, garantizando su salud, su alimentación y conjugando el aislamiento social y productivo.

Se habrían generado 83,640 puestos de trabajo. Si a ellos se les asigna S/ 1,000 mensuales, el presupuesto se habría impactado en S/ 83.64 millones. Si cada uno de estos trabajadores carga sobre sus hombres con seis miembros, habríamos aliviado significativamente los niveles de incertidumbre y pobreza de 585,480 pobladores, más los 31,100 que podrían estar trabajando en los supermercados de abastos. En total, habríamos beneficiado a 616,580 peruanos de menores recursos. El costo de alimentarlos en un mes y no generarles trabajo podría representar S/185 millones. Es decir, invertimos capital por 45%, obtenemos un retorno de 100%por ciento y desactivamos un estallido social.

Esta es una entre muchas iniciativas que podrán surgir en los próximos días.

Guillermo Vidalón
31 de marzo del 2020

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