Gamarra: la derecha popular

Escucho al candidato Pedro Castillo referirse a la población peruana como una sociedad genuflexa, explotada, sometida y carente de dignidad: “Hay que recuperar la dignidad de la población” es su conclusión. Presume que el capitalismo ha esclavizado a sus sociedades. Satanizar el capital, llamar saqueadores a los productores de riqueza, y proponer expropiar las empresas exitosas como una reivindicación social es castigar la iniciativa privada en aras de “un bien común”. Es también atribuir al Estado un talento que no se reconoce en los individuos, y pensar que las empresas estatales lo pueden hacer mejor que las empresas privadas, que los burócratas son mejores gerentes. Eso es desconocer la historia y negar la realidad, negar la premisa de que el hombre es un fin en sí mismo, no un medio para alcanzar los fines de otros; que la vida de un hombre, su libertad y su felicidad son el mayor reto moral y ético.

Perú Libre propone un aumento del impuesto a la renta de 30% a 70%, desconociendo que los inversionistas y las empresas deben lograr tasas de retorno a su inversión que justifiquen sus riesgos, y que los países compiten para ser plazas atractivas para atraer inversionistas. No existe una sola empresa en el mundo que esté dispuesta a tributar el 70% de sus utilidades, tal como propone el candidato comunista.

El fracaso de los sistemas colectivistas o comunistas radica en pretender que la riqueza expropiada puede generar utilidades sin la inteligencia o las mentes creadoras. Para comprobarlo basta mirar a nuestra vecina Venezuela y su colapso productivo. Como bien dice Ayn Rand: “El paradigma de los colectivistas es su desconfianza profundamente arraigada en la libertad y en los procesos de libre mercado”. Al preferir la fuerza y el miedo al incentivo y la recompensa como un instrumento de motivación humana, confiesan su visión del hombre como un bruto irreflexivo que funciona de acuerdo al alcance del momento, cuyo interés personal real consiste en el “oportunismo” y en “hacer ganancias rápidas”.

Durante cincuenta años he convivido en Gamarra con la inmensa inmigración andina; nuestra cultura es meritocrática, individualista, y profamilia. Los empresarios que ahorraron y se capitalizaron, lo hicieron con esfuerzo y determinación. Y si como producto de su trabajo lograron construirse una casa grande, educarse, viajar y gozar de su éxito, lo hacen sin vergüenza ni culpa. Nunca he conocido a un empresario emergente que tenga que pedir perdón o sentirse culpable por haber triunfado. Nuestro propósito ha sido capitalizarnos, no robar, envidiar o expropiar. Esa es la idiosincrasia no solo de Gamarra sino de grandes sectores de la población de Lima, que votaron masivamente por la libertad y no por la opresión.

Termino con una reflexión de Ayn Rand:

Libertad, en un contexto político, quiere decir ser libre de la coerción gubernamental. El conflicto mundial actual es el conflicto del individuo contra el Estado, el mismo conflicto que se viene peleando a lo largo de la historia de la humanidad. Los hombres cambian, pero la esencia y los resultados permanecen iguales; ya sea del individuo contra el feudalismo, o contra la monarquía absoluta, o contra el comunismo, el facismo , el nazismo , el socialismo o el estado asistencial. Si uno defiende la libertad, debe defender los derechos individuales del hombre, debe defender su derecho a la vida, a su libertad, a la búsqueda de su felicidad, lo cual significa: que uno debe defender un sistema político que garantice y proteja esos derechos ; el sistema político-económico del capitalismo”.

Solo puedo entender el comunismo como aquellos seres mediocres, que incapaces de ganarse el sustento , exigen el poder para disponer de la propiedad de los mejores. Es esta criatura, la más corrupta de todas, el doble parásito que vive de las llagas del pobre y de la sangre del rico.