Gustavo Rodríguez García
Ese silencio que dice tanto
¿Por qué el silencio de las ONG y ciertos grupos políticos ante represión en Venezuela?
La situación política y económica de Venezuela ya es insostenible. Sin embargo, allí donde ciertas voces reclaman por los derechos humanos y por la memoria de lo que califican como un conflicto interno y no una matanza sin sentido, guardan silencio frente a los flagrantes atropellos que vienen cometiéndose en un país vecino. Desde luego, los países deben observar mesura y respeto por asuntos internos de otros países. Sin embargo, también es cierto que no puede existir un silencio de Estado frente a medidas que atentan contra esos derechos humanos que tanto se pretende invocar en ciertos casos.
El alcalde de Caracas fue detenido hace poco en una evidente señal de represión fortalecida a los discursos opositores. La tasa de inflación parece ser incontrolable y el desabastecimiento es evidente. Incluso el sector turismo, uno que tantos ingresos le reportó a Venezuela, hoy sufre por el desabastecimiento de productos sin los cuales es imposible hacer una oferta atractiva para atraer el turismo. Los medios reportan también una escalada violentista que parece no encontrar control alguno sino que, incluso, podría responder a un deseo de ejercer la fuerza contra todo aquél que opine distinto.
Frente a esta alarmante situación, el gobierno peruano sigue expresándose con su silencio. Y decimos “expresándose” porque el silencio es una forma de comunicación. No es posible, creemos, que esta aparente decisión de estar al margen de los atropellos persista por mucho tiempo. Mientras que la gente no tiene para comer, el diputado Carlos Berrizbeitia habría declarado que en un viaje realizado por Nicolás Maduro a una Asamblea de la ONU, se gastó, únicamente en su suite presidencial, 10,000 dólares diarios.
El control de las instituciones políticas y la intervención estatal en la economía son malas recetas para un pésimo plato. Recetas que los peruanos conocemos, por cierto. Sorprende, por eso, que existan en nuestro país personas que siguen pensando en la planificación centralizada como una alternativa viable, sin reparar en un hecho incontrovertible: el incremento de barreras burocráticas y sobre-costos a los negocios únicamente atrae miseria y subdesarrollo.
El silencio de nuestras autoridades y ciertos grupos tienen frente a la situación venezolana preocupa fundamentalmente porque podría expresar cierta complacencia frente a un modelo económico fracasado. Es por eso que uno debe “leer” con atención los silencios de las ONG y de ciertos grupos políticos frente a las decisiones públicas adoptados en otros países… esos silencios podrían revelarnos bastante la forma de pensar de quienes conducen o pretenden conducir los destinos de nuestro país.
Por Gustavo Rodríguez García
09 - Mar - 2015
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