Eduardo Zapata
Escribas electronales: ¿Discriminación o degeneración de la especie?
Jóvenes electronales parecen estar condenados por mucho del mundo intelectual.
¿Es usted un joven usuario del mundo digital? ¿Tiene usted un hijo inmerso en este mundo? ¿Estima que los usuarios de las llamadas tecnologías ´inteligentes´ estarían inoculados por el virus de la extinción de la ´auténtica´ cultura humana? En fin, ¿coincidiría –con muchos analistas- en que estos jóvenes representarían una suerte de degeneración de la especie humana?
Los llamados millenials, los post millenials y los que habrán de venir en el mundo de la electronalidad están –desde hace un buen tiempo- en el ojo de la crítica. No hay día en que incluso destacados representantes del llamado mundo intelectual no lleguen hasta la invectiva dirigida a niños y jóvenes crecidos bajo el influjo de la electronalidad.
Entre los primeros inquisidores del mundo que advenía resalta el nombre de Giovanni Sartori. Reconocido politólogo italiano que -en su obra Homo Videns- anatemizó la imagen. Una imagen carecería del poder de despertar nuestros saberes cognitivos a diferencia del lenguaje que sí tendría el poder de convocarlos. Las imágenes, por tanto, nos cerrarían los caminos a la abstracción.
Poco importaba que estudios de laboratorio –realizados particularmente por el MIT- hubiesen demostrado que existía un pensamiento visual. Poco importaba que estos estudios pusiesen en evidencia que a la abstracción no se llega solo por la vía del pensamiento intelectual –cultivado a través de palabras y números- sino que a esa abstracción también se accede a través del cultivo de experiencias sensorias.
El hecho es que para gran parte del mundo intelectual, la oposición imagen/abstracción habitó entre nosotros. A contrapelo de lo que la ciencia decía. A contrapelo del absurdo de tener que aceptar que la experiencia estética de la contemplación de un Klee o un Kandinsky no alienta abstracción alguna.
Entre nosotros fue Mario Vargas Llosa quien –en una publicitada entrevista- llamó ´monos´ a los jóvenes usuarios de Internet. El recorte de palabras y la vulneración de reglas gramaticales acercarían a los jóvenes electronales al zoológico de la barbarie.
Y hace pocos días un diario publicó un artículo de Javier Marías acerca de la importancia de leer. Se refería el autor a quienes no leían libros impresos. Y sobre quienes no leían en plataforma física decía: “Es un primitivo en todos los sentidos de la palabra: acepta estar en el mundo que le ha tocado en suerte como un animal…Come, juega y folla si puede…”. Y añadía: “Es sorprendente...que…estén dispuestos a pasar por la vida como si fueran percebes; o quizá ni eso: una lechuga; o ni siquiera: un taburete”.
Los jóvenes electronales, pues, parecen estar condenados -por mucho del mundo intelectual- al zoológico o a ser considerados simplemente como objetos. Imagino que el joven que esté leyendo esta nota no se incluirá en una u otra categoría. Imagino que quienes ven crecer a sus hijos en el mundo electronal tampoco considerarán que constituyen una degeneración de la especie.
Como viejo profesor universitario y riguroso hombre de letras creo, sin embargo, que muchos –tal vez sin quererlo o tomar conciencia de ello- simplemente están poniendo en evidencia frustración, impotencia e intolerancia. Que ha devenido en discriminación: los electronales no son humanos. Es lo que se quiere que aceptemos. ¿No será que la intolerancia y la discriminación –carentes de todo sustento científico- son reflejo de temores ante mundos definitivamente idos y ante personas que ya no limitan su quehacer vital a consumir voces ajenas sino a producir las propias?
Por Eduardo E. Zapata Saldaña
16 - Abr - 2016
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