Jorge Morelli
Es la igualdad, necios
Sobre la desastrosa derrota política del gobierno con su ley “pulpín”.
¿Qué está esperando Humala para pedir la cabeza de los dos ministros pulpines que lo embarcaron en el monumental despropósito del régimen laboral juvenil y han conducido a su gobierno al más calamitoso desastre político que se ha visto en años?
Segura y Ghezzi se llaman, por si acaso, este par de bisoños. A ellos les pareció una idea brillante disfrazar medidas pro empresariales como si fueran medidas pro laborales. Hay que ser verdaderamente lerdo para intentar pasar ese gato por liebre.
Pero comprarse esa idea resulta más torpe aún, si cabe. Esto es al parecer lo que hizo la presidenta del partido del gobierno, quien amadrinó la iniciativa de estos pulpines de escritorio. Ahí tiene el resultado. A la hora undécima, ella trató desesperadamente de disimular, esconder, disfrazar en el debate la estrepitosa derrota del nacionalismo -que preside- agregando a la ley moribunda, a último minuto, los beneficios que la misma ley originalmente recortaba. Y allí estuvo su vocero en el Congreso tratando de parar la votación de la derogatoria ofreciendo recular hasta los conchos con tal de impedir que se notara la derrota.
Este par de tecnócratas desavisados vino, pues, a ponerle un contenido económico al marco político vacío de las groserías de sus tres colegas de gabinete: Cateriano, Figallo y Urresti. La inexperiencia de los pulpines no es disculpa, más bien la experiencia de los otros es un agravante. Ayudaron eficazmente a condenar la ley.
Hay dos lecciones en esta historia: una mayor y otra menor. La menor es que nunca más debería gobierno alguno poner a inexpertos a manejar la economía. Es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de economistas. A quién se le ocurre intentar un remedo de reforma laboral por un gobierno de salida sin credibilidad.
La lección mayor, sin embargo, es la que cualquier político hubiera podido señalarles: que no había que meterse con el sancta sanctorum de la igualdad.
Es allí a donde corrieron sin saber lo que hacían. El tema de la derogada Ley pulpín en el fondo nunca fue, como creyeron los ministros, un régimen laboral de excepción más, para los jóvenes. Aquí estaba involucrado, yacía dormido, el principio de la igualdad.
Permítanme explicar: si la idea fundadora del Estado moderno en los siglos XVI y XVII fue la de la autoridad política y la de los siglos XVIII y XIX la de la libertad económica, en los siglos XX y XXI la idea-fuerza de la sociedad ha sido, es y seguirá siendo por mucho tiempo la de la igualdad. No existe fuerza política más grande.
Allí fueron a meterse estos descarriados del gobierno humalista. Nada menos. En este momento incluso, ahora mismo, se estarán preguntando qué es lo que les ha pasado por encima. Es la igualdad, necios, el poder de una idea.
Jorge Morelli (@jorgemorelli1)
(28 - Ene - 2015)
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