Guillermo De Vivanco
En manos del Congreso
La integridad y soberanía del territorio peruano
La primera inmoralidad es aceptar una responsabilidad para la cual no se está preparado. (No se requiere confesión de parte, es una obviedad). Ser proclamado presidente no es un trofeo sino un mandato que se jura ante la Biblia y la Constitución. Gobernar sin defender ni respetar la Constitución es un engaño a las reglas democráticas. Y peor si para lograrlo hay que enfrentar, corromper o mentir: el fin justifica los medios. Un Gobierno con esas características deviene en una autocracia y su presidente en un dictador. ¿Para qué quería una asamblea constituyente si desconoce la constitución vigente?
Su manifiesto proyecto traicionero es refundar la patria replanteando las fronteras existentes. Como candidato, todos lo habíamos visto en un evento en Bolivia que con el puño en alto pedía mar para Bolivia. No le interesa la sangre derramada por nuestros héroes en defensa de la integridad territorial. El propósito anunciado en su reciente entrevista a CNN es supeditar nuestra soberanía a consultas populares, pretendiendo de esta forma cederle territorio patrio a Bolivia. A Evo Morales no le interesa la concesión por 100 años dada por el Gobierno peruano para romper su mediterraneidad y facilitar su comercio. No, ellos quieren soberanía, propiedad. Queda claro que la presencia de Morales tenía como objetivo seccionar la patria en complicidad con el débil presidente peruano y la creación de una patria plurinacional con salida al Pacífico.
Hugo Neira, con la colaboración de la Universidad Ricardo Palma, ha editado una excelente compilación: Dos siglos de pensamiento de peruanos. En ese libro se da voz a las más diversas personalidades, desde Tupac Amaru hasta los intelectuales, historiadores o literatos contemporáneos. Es asombroso recorrer, durante su lectura, 200 años de historia republicana con problemas tan similares a los actuales. Cito al diputado tacneño Francisco de Paula Gonzales Vigil el 8 de noviembre de 1832, acusando ante el Congreso al presidente Gamarra por infracción a la Constitución: “La salud del pueblo! La salud del pueblo! palabra santa que llama en su favor a todos los partidos, y que por esto mismo ha venido a estar tan desacreditada que basta pronunciarla para hacer sospechosa la causa que invoca. Ella ha venido a ser la diosa del revoltoso que excita al pillaje, y del ambicioso tirano que escala la ley y del cruel déspota que oprime a su pueblo en su nombre mismo”. Agrega : “De nadie hay, pues, que temer. No del ejército, no del pueblo; de una sola parte temo; dadme licencia para que os lo diga, de entre vosotros nacen mis temores, de vuestra prudencia temo, legisladores”. Sabiendo de la trascendencia histórica de su voto añade: “Me apresuró a emitir mi opinión en la tribuna para que sepa mi patria y sepan también todos los pueblos libres, que cuando se trata de acusar al Ejecutivo por haber infringido la Constitución, el diputado Vigil dijo; Yo debo acusar, Yo acusó.
Termina Hugo Neira reproduciendo las palabras de su maestro Raúl Porras Barrenechea, cuando era presidente del Senado: “...Que la regla primera de una orientación democrática sincera es la selección de los mejores... y la tragedia del Perú: la exclusión de la vida directiva del Estado de todos aquellos que ostentan una aptitud superior o una probidad notoria”. Han pasado cincuenta años de ese discurso pero la norma continúa: “El predominio de los incompetentes y de los audaces, la exclusión del poder de quienes podían orientar y enseñar”.
Gracias, maestro Neira, por su gran trabajo y por su sincero “Epílogo a desgano”.
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