Juan Carlos Valdivia

En Lima, dos partidos

En Lima, dos partidos
Juan Carlos Valdivia
06 de octubre del 2014

Derrota de Villarán es reflejo de su ineficiencia e indolencia para la cosa pública

El triunfo de Castañeda en Lima era previsible desde el inicio de su campaña. Cuando Villarán pretendió polarizar la elección entre honestos (ella) y corruptos (mafia), desde Solidaridad Nacional respondieron con otra polarización: Trabajadores (Castañeda) y Vagos (Villarán). Desde el equipo de Villarán tardaron en darse cuenta que deberían cambiar de estrategia. Lo hicieron cuando ya habían perdido.

Castañeda pudo construir una derecha popular, pero durante su anterior gestión no supo cuajar un partido. Entendió que la ciudadanía busca servicios eficientes y él lo demostró con los hospitales de solidaridad. Hoy el recuerdo de esa administración coincidió con el disgusto ciudadano respecto a lo realizado por la señora Villarán.

Castañeda además supo mantener a flote una campaña que sufrió todo tipo de ataques. Desde su rumoreada enfermedad terminal, su supuesta candidatura a la presidencia (no voten por él porque dejará la alcaldía), su supuesta alianza con el Apra o a la vez su supuesta alianza con el gobierno; el asunto de Comunicore, su título profesional y la tacha que lo sacó de carrera por una semana. Hizo una campaña fuera de los medios, esperando las últimas semanas para recién aceptar selectivamente algunas entrevistas. Tuvo diarios y algunos periodistas que estuvieron muy activos en la campaña en su contra. Nada de esto logró que perdiera su alto nivel de aprobación ni, finalmente, la elección.

Desde el otro lado, la derrota de la señora Villarán es solo el reflejo de su ineficiencia e indolencia para la cosa pública. Todos los alcaldes de Lima que fueron por la reelección lograron su objetivo (Bedoya, Belmont, Andrade, Castañeda), salvo los alcaldes de izquierda: Alfonso Barrantes y Susana Villarán.

Es la señal del retiro para una generación de dirigentes de izquierda que aparecieron en la oposición a la dictadura militar de Morales Bermúdez y que han tenido presencia en el país durante estas décadas, logrando influenciar el debate intelectual hacia el colectivismo, discurso que no pudieron cambiar para sintonizar con el nuevo Perú.

La señora Villarán abandonó los proyectos de izquierda para ir a la reelección con un proyecto caudillista, donde todo dependía de su continuidad en el municipio. Alquiló una franquicia y se asoció con Alejandro Toledo, cuestionado por sus operaciones de lavado de activos, todo por seguir siendo alcaldesa. ¿Qué buscaba? ¿Terminar sus proyectos o evitar que se investigara la cantidad de dinero público que se ha ido a sus amigos? Esta elección ha sido una catástrofe para ella, no solo por los resultados, sino por la agenda de investigaciones que deja abierta, por ejemplo los contratos de servicios a través de Unops, o los trabajos de investigación de mercado para su candidatura pagados con dinero público.

Y finalmente la aparición de Enrique Cornejo, es una señal que desde los partidos se pueden ofrecer opciones técnicas, serias que sintonicen con las aspiraciones ciudadanas. En la capital han quedado en los dos primeros lugares dos partidos políticos, dejando atrás a quienes optaron por las franquicias electorales. Es una luz tenue de esperanza de que todavía se puede cambiar.

Por Juan Carlos Valdivia    

Juan Carlos Valdivia
06 de octubre del 2014

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