Daniel Córdova
El yuppie que está acabando con el PPC
Sobre la grave crisis institucional del partido que fundó Luis Bedoya
El 15 de octubre de 2010 visité a Lourdes Flores para alentarla después de su derrota electoral por la alcaldía de Lima contra Susana Villarán. Se aproximaban entonces las elecciones generales del 2011 y le ofrecí inscribirme en el PPC. Aquella vez le hice una presentación en la que le demostré que tenía un capital electoral que aprovechar. Que el PPC podía ir solo a las elecciones. Que no debía aliarse con Castañeda Lossio a pesar de que en ese momento lideraba las encuestas. Grande fue mi sorpresa cuando Lourdes me dijo: “necesitamos caras nuevas, tú podrías ser nuestro candidato”. No tenía idea de a lo que me estaba metiendo.
Semanas después, alentado por Lourdes y con la venia de la plana mayor del PPC (con excepción de un señor llamado Raúl Castro, que era secretario general y a quien no conocía) me dí a conocer como precandidato del PPC. Unos días después, cuando lancé una agresiva campaña publicitaria, Castro espetó lo siguiente sobre mí, en un medio de comunicación: “Él es un loquito de súper remate, un "yuppie" que ha consumido crack en Nueva York”. Según La Mula de entonces (17.11.10): “Para el secretario general del PPC, la irrupción del economista responde a una maniobra política con la cual se trata de desestabilizar la coalición inminente con el partido de Luis Castañeda Lossio de cara a las presidenciales”.
Lo que siguió fue una pelea que terminó con la alianza del PPC con PPK, un honroso tercer lugar en las elecciones y una buena bancada del PPC en el Congreso. Un triunfo pírrico para mí (que postulé al Congreso y no fui elegido) y una derrota para Castro, que ni siquiera se atrevió a postular. Pero el “doctor” no se quedaría tranquilo. Al poco tiempo, aprovechando la miopía política de Lourdes, se convirtió en Presidente del PPC. Y no paró hasta ponerlo en peligro de extinción.
Castro representa lo peor de la política tradicional local. El de la trampa. El de la leguleyada. El del insulto. Nunca le he escuchado una idea interesante, una propuesta, algo que valga la pena.
Recuerdo que en esos meses, cuando llegó a amenazarme con denunciarme ante el Poder Judicial, unos antiguos socios del Jockey Club me buscaron para mostrarme cómo habría manipulado -según ellos- el padrón de socios de esa institución para vender los terrenos del ahora próspero Centro Comercial a una empresa off shore desconocida. Empresa off shore que es aún dueña y cobra una jugosa renta del operador chileno del Jockey Plaza.
No me sorprende en lo absoluto entonces que ahora se le acuse de haber hecho fraude en las elecciones internas “fabricando” militantes por doquier, tal como lo habría hecho con los “socios” del Jockey en el pasado. Menos aún que, presa de un complejo que debería solucionarlo en el diván, haya repetido la frasecita de Eliane Karp llamando “pituquitos” (yuppie en criollo) a sus correligionarios.
En el 2010 intentamos rescatar lo mejor del PPC: su doctrina social cristiana, sus valores democráticos, su apertura a la economía de mercado. Quisimos, inocentemente, “renovarlo” desde adentro. Pero ya entonces estaba herido de muerte. Pululaban como dirigentes personajes de tercera categoría. Muchos de ellos apañados por Lourdes, como el propio Castro. Espero que ahora Lourdes tenga claro que en ese momento se convirtió en cómplice pasiva de la debacle de su Partido, dejándolo en manos de un abogado enternado que muere por ser yuppie. El yuppie que está acabando con el PPC.
Por: Daniel Córdova
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