Dante Bobadilla
El rey del show
Si la cuarentena continúa, el golpe a la economía será muy duro
Dicen que toda crisis es una oportunidad. Parece que el presidente Vizcarra lo sabe y ha convertido la crisis del coronavirus en su oportunidad para recuperar notoriedad. Como si fuera un noticiero más, aparece todos los días a la misma hora en televisión nacional para informar “los avances” de su gestión ante la crisis.
Los adulones se han multiplicado como los virus. Uno es casi un traidor a la patria si no apoya al presidente o critica al Gobierno. Vizcarra repite cada día su consigna: “juntos podemos, unidos peruanos y peruanas”. Algunos medios demonizan a los infractores de la orden presidencial, y los muestran como los causantes de que la estrategia del Gobierno no tenga éxito. La policía se lleva al calabozo a vecinos que sacan al perro a la vereda porque, según un reportero, “pueden infectar a todo el país”. No podía faltar la oportuna encuesta que evidencia el 85% de aprobación a Vizcarra. “Apoyemos al presidente” repiten los ayayeros en las redes. Me recuerda cuando le gritaban al dictador Velasco: “¡Chino: contigo hasta la muerte!”.
Por su parte, el progresismo aprovecha para seguir combatiendo al sistema. Tienen en la mira, una vez más, a las AFP. Es lo mismo cada vez que la rentabilidad de los fondos baja. Se cuestiona que las AFP sigan ganando cuando los fondos pierden. Y son los mismos que quieren que las empresas sigan pagando empleados aunque estén en crisis. Nunca han entendido cómo funciona el sistema privado de pensiones y ni siquiera saben en qué consiste una empresa. El progresismo es la única actividad humana que se sustenta en el desconocimiento y la ignorancia. Es el mero arte de engañar a los bobos con una pose indignada y un reclamo de justicia.
Estrellas mediáticas critican a las empresas que hacen donativos para apoyar en la crisis sanitaria. Nadie más que el gobierno y el Estado son los buenos de la película. Las empresas solo buscan el marketing, dicen. “Pronto recuperarán su dinero”, se lamenta uno de las activistas más feroces. Nadie debe aprovecharse de esta situación, aseguran. Luego llenan de elogios a Vizcarra y condenan al fuego eterno a quienes osan criticarlo en estos momentos, en que se requiere la unidad de todos los peruanos.
Las preguntas en el show presidencial están siendo filtradas, pero se distingue una mayor preocupación sobre la situación económica. Habrá que soltarle algo de dinero a la gente, pero también a las empresas. Si la cuarentena continúa, como probablemente ocurra, dada la precaria situación de la sanidad pública, el golpe a la economía será muy duro. Hasta ahora no hay mayores reflejos en ese campo, salvo cosas tan obvias como postergar y fraccionar el pago de obligaciones tributarias. Lo mismo han hecho los bancos con las deudas, pero se critica que los bancos mantengan los intereses y no se dice nada de que el Estado haga lo propio. Al Estado nadie lo toca ni con el pétalo de una flor. Solo hay que darles con palo y duro a las empresas.
Lamentablemente el establishment mediático está dominado por el progresismo. Por eso es tan corriente oír críticas duras a las empresas y loas al Estado. Pero sería bueno recordarles a algunos periodistas que el Estado no es más que un enorme parásito que vive succionando las utilidades de las empresas privadas y metiendo las manos en los bolsillos de los ciudadanos, por toda clase de actividades que estos realizan en sus vidas. Casi todo está gravado, incluso el consumo de agua potable y electricidad, bienes esenciales. El Estado no produce nada. Solo nos roba dinero para gastarlo mal. De manera que la prensa haría bien colocando los caballos delante de la carreta, porque son las empresas privadas y los ciudadanos los que jalamos el enorme peso del Estado.
Más bien es la hora de reclamarle al Estado por el despilfarro de los últimos veinte años. Esta pandemia nos hará pagar muy caro la frivolidad de los gobiernos que se dedicaron a la juerga fiscal, regalando publicidad, contratando amigos en asesorías, gastando en obras inútiles y en campañas ideológicas, mientras se le quitaba recursos a la sanidad y se dejaba en el abandono los hospitales y escuelas. Vamos a ver si el enfoque de género nos salva de la muerte.
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