Eduardo Zapata
El proxeneta
Un candidato popular y acorde con los tiempos
Pronto, muy pronto, tendremos elecciones presidenciales. Y parafraseando a un docto ex Rector de una conocida universidad, tendremos ´candidatos como cancha´. Entre otras razones, porque un Congreso genuflexo y temeroso de la opinión pública aprobó –sin dimensionar– una propuesta del Ejecutivo que supuestamente buscaba una democratización de los partidos políticos. En verdad, buscaba y busca la atomización política: divide y reinarás. Una evidencia más del ´obstruccionismo´ congresal.
Pero aquí queríamos referirnos a la importancia de las etimologías. Porque cuando se indaga bien en ellas se encuentran explicaciones que no solo sorprenden por sus orígenes, sino por su aplicabilidad en los tiempos que corren. Hace ya un buen tiempo, el historiador Pablo Macera nos dijo metafóricamente que el Perú “es un burdel”. Refiriéndose, claro está, al estado anómico de nuestra sociedad sin ley. Lo dijo –creo– en los setenta.
Pero lo cierto es que la realidad poco ha cambiado y más bien se ha acentuado ante las grandes migraciones del campo a la ciudad y ante la ausencia creciente de autoridad que verificamos a diario. Si fuese cierto el aserto de Macera ¿quién sería el encargado de guiar esa (des) organización institucionalizada? No lo sería el capitán Pantoja –personaje de Vargas Llosa– pues lo suyo era manejar una organización prevista y estructurada en la organización militar. ¿Quién puede ser, entonces?
Y aquí volvemos a la etimología. A los orígenes de la palabra ‘proxeneta’. Esta viene del griego proxenein, donde significaba hacer de patrón o protector. A fin de cuentas proxenein viene de proxenos, que ya en griego aludía a patrono, a una especie de cónsul que ´protegía´ a sus connacionales. Ponía orden en la (des) organización institucionalizada.
Todo esto viene a cuento porque –entre broma y broma– hay un ciudadano que goza de fama (justa o injustamente) de proxeneta. Y tiene aspiraciones presidenciales. Popularidad, sonrisas y regalos al pueblo parecen avalarlo. Y en un país que es un burdel, un proxeneta sería lo que lógicamente convendría a ese país para caminar hacia la prosperidad y felicidad deseadas.
Trágicamente lo dicho anteriormente no es una broma. Como tampoco lo es que resultara presidenciable un personaje amante de la copia –y no del plagio–, que aspiraría a convertirnos en una metáfora de un modelo original ya existente. O algún otro famoso por su trabajo de proselitismo entre juventudes, pero que es más conocido –por quienes lo conocen– como la extensión obsecuente de una primera dama de ingrata recordación.
Intereses no debidamente esclarecidos y pasiones políticas nos han puesto ante esta situación. Habrá poco tiempo para pensar, máxime si algún Favre se cruza en el camino de alguno de los candidatos mencionados. Porque allí el “no” podría convertirse en “sí”, y ya sabemos las consecuencias de ello. Menos temor al ´obstruccionismo´ nos hubiese evitado esta situación.
COMENTARIOS