Darío Enríquez

El problema es PPK, pero también quienes lo acompañan

No hay ni salida ni tregua, solo soportar cuatro años más

El problema es PPK, pero también quienes lo acompañan
Darío Enríquez
02 de agosto del 2017

No hay ni salida ni tregua, solo soportar cuatro años más

Frente a la desazón (para usar un término amable) que provoca la seguidilla de indecisiones, errores y tropelías de los diversos actores políticos alrededor de PPK y del propio presidente, muchos analistas proponen la renovación de gabinete, cambiando uno que otro elemento que ha entrado en trompo por sus pleitos con la prensa o la oposición. Asesores palaciegos proponen mejorar la imagen con campañas mediáticas, guerrillas de trolles y hasta con cancioncillas compuestas por rockeros de medio pelo o pelo sin dueño.

Si, como sabemos, el problema es el mismísimo PPK, poco se gana con cambios en el gabinete o campañas publicitarias que cada vez tienen menos efecto y menos credibilidad. La implicación directa de PPK en el latrocinio cometido por el ex presidente Toledo no hay manera de ocultarla. Es tal la evidencia que han asumido el riesgo de despedir a la procuradora que cuestionaba al presidente y su relación con Odebrecht. Ha sido un gravísimo golpe para la credibilidad de PPK, pero es claro que en la lógica del control de daños era mucho peor para ellos que la procuradora siguiera allí poniendo el dedo en la llaga. La ministra Pérez Tello ha jugado el triste papel de verdugo a favor de la corrupción.

Como a todo esto se agrega el impacto económico de la turbidez política, que ya nos acerca a la recesión, los ánimos todos se vuelcan contra el presidente. La tolerancia a su mal definido humor “inglés”, sus piruetas para la tribuna —que arrancaban aplausos al inicio de su mandato—, su pésima comunicación oral (que a pocos les preocupaba), todo eso hoy queda en el pasado y más bien causa malestar, críticas y hasta indignación. En el último medio siglo no ha habido otro caso en que un presidente haya deteriorado tanto su imagen en los primeros doce meses de su mandato.

No es pesimismo, sino realismo. PPK ha iniciado un viaje sin retorno hacia el nefasto 7% de aprobación que alcanzó Toledo al final de su tercer año de mandato, y no hay en el horizonte nada que pueda impedirlo. Salvo una milagrosa y poco probable alza de precios en aquellos minerales que producimos y que no están siendo afectados por la paralización de los proyectos mineros.

Pero no solo es el presidente PPK. Por si fuera poco tratar de sostener la deteriorada imagen de alguien que solo se salva del tsunami Odebrecht porque está en el poder, la cabeza del Ejecutivo debe lidiar con un entorno de personas que, en sus propias palabras, “no me hacen caso”. El nombramiento de Fiorella Molinelli como ministra, luego de haber sido ella la responsable operativa del escándalo “addenda Chinchero” y la caída del ministro Vizcarra, es algo que no tiene sentido político alguno y nos lleva rápidamente a la sospecha. ¿Tan difìcil es encontrar empleo en el sector privado para alguien de su calificación profesional?

Otro caso es el de la ministra de Salud, Patricia García. No tiene mayor lógica el empecinamiento de continuar en un puesto que se encuentra claramente más allá de sus posibilidades. No siempre la excelencia en las aulas, en un ambiente controlado y hasta apacible, se traduce en un desempeño eficaz si se le traslada a un medio hostil e impredecible. La ministra García no ata ni desata.

¿Y la ministra de educación? Ese asunto del hijo que pretendió acceder a una beca contenida en un programa social estatal, para la que no cumplía elementales requisitos, es absurdo. Un presidente que se encuentra en la picota pública por su notoria implicación con el escándalo de la mafia socialista del Foro de Sao Paulo y su brazo financiero Odebrecht y otros, no puede permitirse flancos de debilidad política como estos. La ministra Martens debe renunciar para liberar a PPK de la carga que significa enfrentar el cargamontón mediático —al parecer totalmente justificado— que sufre por el supuesto intento de contaminar el proceso de selección en el programa Beca Presidente. Si las acusaciones son falsas, que denuncie a los acusadores y que los enfrente para limpiar su nombre, sin que todo ese proceso afecte al Gobierno. Los ministros son fusibles que deben sacrificarse si su permanencia afecta la estabilidad del gobierno al que sirven. No deben aferrarse al cargo.

Vemos que PPK y su relación con Odebrecht ya es un “bulto muy pesado”. Pero agregar la carga de ministros que se aferran al cargo y no tienen vocación de renuncia es demasiado. Alguien acaba de escribir que el primer año de PPK parece que fuera el sexto de Humala. El gobierno de PPK se ha deteriorado en forma dramática. Pero el problema no está circunscrito a la situación del presidente, sino que comprende a su entorno y a sus amistades, con las que entremezcla relaciones personales, negocios particulares y asuntos de Estado, todo en un “combo” fatal.

 

No parece haber salida a la crisis económica que asoma irreversible. Tampoco parece menguar la crisis política. Pese a la oposición soft del fujimorismo, en vez de encontrar alivio en ello, en el oficialismo abundan los disparos a los pies. Solo nos queda soportar cuatro años más. ¿Estamos preparados? La calle está cada día más impaciente y colérica.

Darío Enríquez

 
Darío Enríquez
02 de agosto del 2017

NOTICIAS RELACIONADAS >

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

Columnas

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

En el debate serio sobre la educación superior hay consenso &nd...

11 de abril
Fue una guerra civil, no de Independencia

Columnas

Fue una guerra civil, no de Independencia

Veamos hoy algo de historia. En verdad tenemos algunos hechos largamen...

05 de abril
¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

Columnas

¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

En principio, queremos compartir con nuestros amables lectores que est...

28 de marzo

COMENTARIOS