Jorge Morelli
El minuto de Sagasti
La Iniciativa Sagasti-De Soto
En conferencia de prensa desde Arequipa, Hernando de Soto ha propuesto lo que llama la Iniciativa Sagasti-De Soto. Consiste en su decisión de poner a disposición del Gobierno actual, a partir de este mismo momento y sin condiciones ni ataduras, sus conexiones con jefes de Estado y organismos internacionales para presentar una ofensiva frontal contra la pandemia, con un plan coherente. Lo fundamental de la Iniciativa, sin embargo, es lo que primero interesa al pueblo peruano. Y es que esta no incluye ninguna forma de cuarentena, ni enclaustramiento, ni cierre de la actividad productiva.
Existen varios estudios especializados, uno de ellos de la Universidad de Stanford, que argumentan seriamente la ineficacia o la inutilidad del confinamiento. Es un reflejo, una reacción primaria de temor o, peor, un acto político carente de fundamento científico que nos ha colocado a la cola de todos los países en el manejo de la economía de pandemia. Y que no ha impedido que llegáramos al último lugar, al mismo tiempo, en el control del contagio.
Uno tras otro han caído gobiernos incapaces de hacer frente al desafío. Y hoy mismo el espectáculo grotesco del privilegio en la administración de la vacuna toca el fondo de la miseria moral en el Gobierno. Por eso Sagasti no tiene derecho de ignorar el ofrecimiento de De Soto. Porque debe escuchar el clamor del pueblo peruano duramente golpeado e inútilmente desmoralizado por sus propios gobernantes.
Ciertamente no se trata, por parte de De Soto, de un intento de aprovechar del Gobierno para empujar su candidatura. Al contrario, es un baldón. El Gobierno no tiene ningún poder para hacer frente a esto. Si De Soto ofrece su colaboración al Gobierno y pone el nombre del Presidente por delante en la iniciativa, no lo hace por el Gobierno, que nada puede darle; lo hace a pesar del gobierno. Lo hace por el Perú. Porque los peruanos necesitan salir a trabajar. No pueden seguir inactivos por más tiempo. Hace ya casi un año que la economía de un país entero está paralizada o frenada por darle gusto a una colección de pusilánimes incapaces de asumir la responsabilidad política de una decisión cuando es necesaria, por dura y difícil que sea.
Sagasti tiene la palabra. Todo hombre tiene un minuto decisivo bajo el sol. Más le vale no desoír el ofrecimiento que se le hace y que podría salvar de la vergüenza su paso por el Gobierno. Un verdadero líder no tendría la pequeñez de rechazar la mano que le alcanzan para preferir un falso orgullo a lo que el pueblo necesita, aunque no lo sepa. Vamos, Sagasti. Este es el minuto en que hay que tener el valor de decidir.
COMENTARIOS