Pedro Corzo
El Grupo Wagner
Un cuerpo armado al servicio del Estado ruso y su Gobierno
El levantamiento del grupo Wagner, según su jefe, Yevgeny Prigozhin, al menos oficialmente, “no fue contra el Gobierno elegido democráticamente del presidente Vladimir Putin, sino para llevar ante la justicia a quienes cometieron numerosos errores en el curso de la operación especial”. Un eufemismo usado por el gobernante ruso para no reconocer la guerra de agresión desatada contra Ucrania.
Prigozhin, ex convicto por robo y asalto en la extinta Unión Soviética, es un testimonio vivo de que los emprendedores en Rusia pueden prosperar, particularmente si tienen buenas relaciones con la clase política y saben manejarse en un ambiente corrupto. Este sujeto pasó de ser un vendedor de perros calientes en San Petersburgo a gran empresario, gracias a su amistad con el entonces vicealcalde de la ciudad Vladimir Putin. Hoy, además de liderar una fuerza militar de infantería fuertemente pertrechada, con decenas de miles de efectivos, tiene numerosos negocios, algunos fraudulentos, según informaciones.
En cierta medida, remedando al nobel García Márquez, los pronunciamientos del pasado 23 de junio del Jefe del Grupo Wagner contra las autoridades rusas son la crónica de un conflicto anunciado. Prigozhin había expresado, varias veces, su profundo desprecio por la jerarquía militar rusa; una situación que el jefe supremo, Putin, evidentemente no impidió que escalara. De ahí que muchos duden de la autenticidad del diferendo; entre quienes dudan está el capitán del Ejército de Estados Unidos en condición de retiro Luis M. Rolle, analista de seguridad y geoestrategia.
La realidad es que la reacción de Putin, al menos hasta este momento, al levantamiento militar ha sido muy comprensiva y laxa, si se tiene en cuenta que este sujeto trata con extrema crueldad a sus opositores. Si acaso sobreviven, como ha ocurrido con Vladimir Kara-Murza sancionado a 25 años de cárcel por criticar la guerra de Ucrania y Alexei Navalni, en prisión, desde hace varios años, después de haber sido envenenado.
Por esas y otras informaciones para el geoestratega Rolle, el verdadero beneficiario y condotiero del Grupo Wagner es el actual gobernante ruso Vladimir Putin, que ha usado a esas fuerzas sindicadas de mercenarias para su provecho político, sin descuidar el económico. Se trata de fuerzas listas para cumplir el trabajo sucio que las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa no pueden ejecutar, sin meter en un gran embrollo al Kremlin.
Wagner no solo opera en Ucrania con un gran contingente militar, también está presente en varios países africanos y en Siria, además en la opinión de Rolle. Tiene efectivos destacados en Venezuela, Nicaragua y Cuba, para asegurar que los intereses de Moscú sean respetados sin que se pueda involucrar al gobierno ruso.
Es interesante apreciar que Putin, quien tiene una profunda fobia a los traidores, calificativo que endosó a los rebeldes, invitó a estos a incorporarse a las Fuerzas Armadas o firmar un contrato con el ministerio de Defensa. Según parece, el jefe de gobierno ruso quiere seguir contando con fieles servidores armados que cumplan las misiones que les asigne. Tal y como ocurrió en el 2014, cuando el Grupo Wagner fue identificado por primera vez por respaldar a las fuerzas separatistas prorrusas en el este de Ucrania.
Por otra parte, según Rolle, es un error calificar al Grupo Wagner de mercenario, ya que es un cuerpo armado al servicio de un Estado y su Gobierno, aunque no esté reconocido oficialmente. No tiene semejanzas con los mercenarios que pulularon, particularmente en África, en las décadas del sesenta y setenta que inspiraron la novela Los perros de la guerra, de Frederick Forsyth.
Desde esa perspectiva, conociendo que Prigozhin podía visitar las prisiones rusas y ofrecerle a los convictos indultos si peleaban a favor de los intereses de su Gbierno, se puede concluir que el Grupo Wagner guarda más similitudes con la Legión Cóndor –unidades militares mayoritariamente aéreas que Adolfo Hitler envió a España para luchar del lado de Francisco Franco–, el Cuerpo de Tropas Voluntarias –fuerzas italianas de combate, tierra, aire y mar, que Benito Mussolini despachó a España a luchar junto a Franco– y la División Azul, miles de militantes de diferentes organizaciones españolas que apoyaban al franquismo, que combatieron a favor del nazismo en el frente ruso.
El resultado de las protestas, nada pacíficas, está por verse. Pero evidentemente Putin y Prigozhin no tienen un futuro muy tranquilo.
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