El Gobierno de Cerrón

A nueve meses del Gobierno de Perú Libre (Perú Sin Libertad) es evidente que quien manda en la Casa de Pizarro es Vladimir Cerrón. Alguien que durante su gestión como gobernador de la región Junín fue seriamente cuestionado, ya sea por ineficiente, por poca transparencia en su administración y hasta por indicios que algunos denominan razonables de corrupción.

No obstante que el profesor Castillo afirmara que a Cerrón no se le vería ni como portero en ninguna institución del Estado, lo cierto es que el amanuense parece ser él y no su portero. Más todavía si está en la tarea de controlar la integridad del aparato estatal, tal como lo manifestó en un evento partidario. Para Perú Sin Libertad la democracia es un obstáculo, y la división de poderes –garantía de la libertad y el respeto del Estado hacia el ciudadano– debe ser dejada de lado.

La libre iniciativa privada es la fuente de realización personal, en función a la creatividad, al aporte de cada ciudadano mediante su trabajo al conjunto de la sociedad; y al reconocimiento que esta le otorga por su contribución valorada positivamente. Las personas generan recursos y dan inicio al ciclo de ahorro e inversión. Las personas requieren de la existencia de condiciones de libertad y reconocimiento para crear; ambos componentes son el mayor estímulo para progresar. Sin ellos las sociedades involucionan, tal como ha ocurrido en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Las antiguas repúblicas socialistas/comunistas abandonaron la pretensión de controlar la ley de la oferta y la demanda porque simplemente es imposible. La razón es que su dinámica responde a los participantes en el mercado, cuyos roles se intercambian en función al interés de cada quien por adquirir un bien o lograr un servicio. 

Por este motivo es que la pretensión del partido de gobierno resulta absurda, contraria al rumbo de la historia y profundamente reaccionaria, como suelen decir los marxistas de todo aquel que opine diferente. Los sistemas estatistas son ineficientes porque su característica principal es el clientelismo, “Todo para la camarilla, nada con ni para el pueblo”.

Al cerronismo le importa muy poco que las encuestas recojan el rechazo de la población a su propuesta de dictadura, que pretende imponer a través de una nueva Constitución. Para Perú Sin Libertad la democracia consiste en el control de los organismos que conforman el sistema electoral, así se garantizará la perpetuidad en el poder.

Podemos preguntarnos por qué el ex presidente Francisco Sagasti se negó a solicitar una auditoría internacional que clarifique el resultado electoral que colocó a Pedro Castillo en la presidencia de la república. ¿Por qué se permitió el registro de una plancha electoral incompleta, con solo dos miembros? ¿Por qué ante el plagio de una tesis de maestría, que certificaría una conducta reiteradamente reñida con la moral, la izquierda guarda silencio?

Ciertamente, al otro lado del espectro político pudieron ser más exigentes con quienes ejercieron el gobierno para lograr el consistente reconocimiento de la ciudadanía. Esperemos que no sea demasiado tarde.