Dante Bobadilla

El eterno retorno

Estamos pasando del ciclo del progreso al de la miseria

El eterno retorno
Dante Bobadilla
16 de octubre del 2019


No son pocos los que advierten el fin del milagro peruano y vaticinan el inicio de la debacle. Se acabó el ciclo virtuoso de crecimiento con piloto automático, institucionalidad y democracia, y es hora de dar marcha atrás, como parece ser el fatal destino de este país. Dicen que son ciclos de progreso y miseria que se alternan como una maldición inevitable. O ciclos de capitalismo y socialismo. Como sea, los sensores están captando ya los signos que preceden a la crisis. No para mañana ni el próximo año, pero es el inicio de la caída. Están todos los ingredientes, empezando por un dictador de poca estofa en el poder, una clase dirigente boba, una crisis de partidos y la institucionalidad por los suelos.

Demasiados signos de deterioro. Hasta veo un ridículo festejo por una tesis en quechua, como si se hubiera descubierto la cura del cáncer o algo así. Pero no, solo es la patética idolatría progre por las “lenguas originarias”. Consumen presupuesto público para producir libros en lenguas en las que nadie lee. Estamos atrapados por el fetichismo progre hacia todo lo nativo y el odio a lo hispánico. Su eterna lucha de clases bajo cualquier pretexto. Hasta el ambiente académico está afectado por esta chifladura progresista y consiente el estrambótico ritual del “pago a la tierra” como escenografía para sustentar una tesis en quechua, premiada luego con 20. Increíble. Luego tuvimos que soplarnos el despliegue de la huachafería progresista en todos los medios, como si un peruano acabara de ganar el premio Nobel de Física. 

El ambiente está enrarecido por estos signos de deterioro mental y moral. Huele a caviar por todos lados. Ahora celebran otro documental progresista sobre la fracasada reforma agraria de Velasco, que solo produjo miseria en el campo. Una producción solventada con dinero público, para variar, porque los caviares son ciudadanos VIP con acceso a fondos públicos para lo que se les ofrezca. El tráiler del bodrio comunista es un desfile de personajes de poca monta que se dedican a sahumar al dictador, celebrando la hazaña del asalto y robo generalizado de tierras por parte del Estado, capturado por una casta de izquierdas que hizo del odio de clase la marca política de una época nefasta. Eso es lo que celebran jubilosos y con nostalgia.

Precisamente el golpe de Velasco marcó el inicio del declive peruano durante casi un cuarto de siglo, el cual nos llevó a la peor crisis del país en toda nuestra historia, al delirio terrorista más cruel del mundo, a la hiperinflación y el colapso de un Estado elefante e inepto. El golpe de Fujimori cortó esa racha fatal y nos enrumbó a una época de recuperación y progreso que, por desgracia, el golpe de Vizcarra acaba de cortar. Hoy vemos ya los signos del deterioro por todos lados. La misma gente que hoy celebra la reforma agraria de Velasco por su carácter de lucha de clases, sin reparar en su profunda injusticia y su secuela de miseria y crisis social, es la que aplaude ahora el golpe de Vizcarra, quien también aparece rodeado de una casta de comunistas y caviares en su gobierno. Es como un remake del velasquismo, sin tanques.

Por desgracia estamos infectados con la peste del socialismo. Es un mal contagioso que recorre la región causando estragos en casi todos los países. Y aunque parecía que resistíamos, el virus se apoderó del Estado y montaron, una vez más, el odio de clase. Ya no contra los gamonales y terratenientes, como en los días de Velasco. Ahora el odio de clase adopta la forma de un antifujimorismo patológico incentivado por los medios y la casta caviar, sobre la base de una memoria obsesiva sobre los errores de los noventa. El método de la izquierda es encubrir los errores de Velasco glorificando su gesta política clasista, mientras se magnifican los errores de Fujimori ocultando su éxito económico. En la típica estupidez progresista, lo único que cuentan son los simbolismos, las intenciones y los gestos, nunca importan los resultados.

Ahora lo que sigue en el libreto progresista es el desmontaje del modelo exitoso plasmado en la Constitución de 1993, por “neoliberal” y “fujimontesinista”. Que haya sido exitoso no les interesa. A partir de allí, nadie podrá detener la debacle socialista. Nos esperan años de crisis y conflicto social si no logramos detener la embestida socialista en las elecciones. La izquierda nunca ha logrado ganar en las urnas. Esperemos que el lavado cerebral de la prensa al servicio de la mafia caviar, no haya afectado la memoria de los peruanos.

Dante Bobadilla
16 de octubre del 2019

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