Neptalí Carpio

El enfoque legalista de la formalización

El enfoque legalista de la formalización
Neptalí Carpio
27 de mayo del 2016

Se necesita retomar la formalización, pero con un enfoque multidimensional

El problema que tiene la propuesta de Hernando de Soto para retomar la agenda de formalización —en especial para incorporar a la legalidad a los mineros informales e ilegales— es que imagina al Perú como si estuviéramos en la década de los ochenta, cuando se publicó su obra magistral El otro sendero. Ese es un craso error. Lo primero que debería hacer De Soto es una nueva lectura de la realidad peruana para evitar caer en el dogmatismo, atrapado por su propia teoría.

Treinta años después de la publicación del libro El otro sendero, el Instituto Libertad y Democracia (ILD), que De Soto preside, no ha hecho una nueva investigación integral de la realidad peruana para tener una mirada holística de los cambios que se han producido en el país y formular una nueva agenda de cambios institucionales. Esa nueva lectura lo llevaría a reconocer, en primer lugar, que en el Perú no solo hay una economía informal y otra informal, sino que se ha consolidado una tercera economía: la llamada economía delictiva o ilegal, que mueve en el Perú anualmente un promedio de 5,000 millones de dólares. La economía delictiva no solo ha contribuido, con el silencio de nuestros gobernantes, al crecimiento económico del país, sino tmabién a la consolidación sucia de economías regionales y sectoriales, de las que dependen cientos de miles de peruanos.

En segundo lugar, la nueva lectura llevaría también a De Soto a reconocer las virtudes y logros de la formalización que el ILD promovió desde finales del gobierno de Alan García; pero también a constatar las limitaciones de este proceso, reconociendo el unilateralismo legal de las reformas propuestas. Recordemos que el ILD no solo formuló el Registro Predial (en el primer gobierno de Alan García), promovió la creación de COFOPRI (en el gobierno de Alberto Fujimori), sino también de numerosas normas de simplificación administrativa para formalizar el comercio, el transporte y la industria. En parte, el crecimiento económico que ha tenido el Perú tiene sustento en estas iniciativas legales.

La realidad, sin embargo, ha demostrado que no basta con disminuir los obstáculos legales para formalizar la economía; se requieren otros parámetros más allá de lo legal. El primero es el tema de la productividad. El segundo, el de la disminución de la alta carga impositiva. El tercero, la superación de los obstáculos para acceder al crédito. El cuarto, la existencia de una cultura informal en amplios sectores. El quinto, la influencia de la economía ilegal sobre la perpetuación de la informalidad. El sexto, la necesidad de tener una autoridad estatal fuerte para sostener la formalización y el ordenamiento territorial. Y séptimo, la necesaria diversificación productiva para aumentar la capacidad de empleo formal y creación de empresas de alta productividad.  

El caso de los mineros informales e ilegales demuestra precisamente la necesidad de un enfoque multidimensional de formalización para evitar la visión unilateral y legalista de la lectura de Hernando de Soto. Por ejemplo, será imposible sostener la legalización de estos sectores si no existe un combate frontal contra el narco ráfico, pues gran parte de los recursos para la explotación minera ilegal provienen de esta actividad ilícita, precisamente para lavar dinero sucio. Igualmente, tampoco será posible sostener la legalización si en regiones como Madre de Dios, y donde prolifere la minería informal, no se desarrollan otras actividades como la agricultura, la industria y el turismo, que tienen una alta capacidad de generación de empleo y de empresas.

Nadie que esté en su sano juicio puede negar el enorme aporte de Hernando de Soto para el crecimiento económico del país. De la misma manera, este prestigioso economista peruano debería reconocer que si en el Perú persiste un 45% de economía informal y 75% de empleo informal es, en gran medida, por el hecho de que la formalización se redujo a un enfoque legalista de acceso a la propiedad, a la empresa y el capital. Haría bien el nuevo gobierno nacional electo —sea Keiko Fujimori o PPK— en retomar agresivamente una agenda de formalización de nuestra economía, pero con un enfoque multidimensional. De no ser así volveremos a repetir fórmulas que ya se han aplicado durante los últimos 25 años, pero con los pírricos logros que ahora tenemos.

 

Neptalí Carpio

 
Neptalí Carpio
27 de mayo del 2016

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