El enfoque de género y el actual pensamiento dominante

La penosa y condenable muerte de la joven Eyvi Ágreda, quien fuera víctima del vil ataque de un cobarde (por decir lo menos), dio pie a la aparición en escena, una vez más, de los grupos interesados en promover el enfoque de género. Ante ello, podría pensarse que aquellos grupos salen a marchar y protestan porque realmente se preocupan por la grave situación que las mujeres enfrentan en un país atrasado como el nuestro. Sin embargo, por lo que se puede percibir, la devoción al enfoque de género y su correspondiente promoción no necesariamente es el resultado de un sentimiento solidario, de identificación con las mujeres, sobre todo con las más humildes; aquellas que no siempre son bien tratadas cuando van a lavar ropa o trabajan como domésticas en las casas de algunas feministas.

En cuanto al enfoque de género, considero que hay cuestiones que deben aclararse de una buena vez. En torno a su promoción, por ejemplo, es necesario decir que no es un simple asunto o tema que se limite al ámbito de una especie de nueva izquierda. Y algo parecido cabe señalar en cuanto a la crítica que de aquel enfoque se hace, pues dicha crítica tampoco puede ser vista como si se tratase de una respuesta de corte derechista, homofóbica, conservadora, etc. En todo caso, el debate que se produce, entre promotores y detractores, tendría que ir mucho más allá de la simplista visión dicotómica entre la izquierda (la nueva y la vieja) y una derecha mercantilista, cuyos miembros bien podrían sonreírle a los izquierdistas si hubiera posibilidad de algún negocio entre ambos.

En la práctica, el enfoque de género tiene una estrecha relación con todo un pensamiento que flota en el ambiente bajo la etiqueta (digamos el eufemismo) de lo “políticamente correcto”; cuando en realidad de lo que se trata es de lo “políticamente dominante”. Ahora, lo interesante es ver cómo ese enfoque de género ha llegado a posicionarse en ese nivel. Y al respecto, la explicación no es tan difícil de entenderse. En términos bien simples, lo que ocurre es que ese enfoque tiene auspiciadores. Y cuando hablo de auspiciadores no me refiero a gente de buena voluntad que va a escuchar alguna charla y luego aplaude con emoción y felicita al exponente por ser un buen izquierdista.

Si de auspiciadores del enfoque de género se trata, podemos referirnos, entre otros, a uno bien concreto: el de la industria del aborto. Para tener una idea de la cantidad de dinero que en dicha industria se mueve, bien vale la pena leer el artículo de Jorge Enrique Mujica, titulado “El lucrativo negocio del aborto: La industria que asesina al no nacido”. El mencionado artículo puede ser leído, visitando:

http://www.forumlibertas.com/el-lucrativo-negocio-del-aborto-la-industria-que-asesina-al-no-nacido/

En dicho artículo se nos dice que, según la Asociación Víctimas del Aborto, en el año 2008, y concretamente en España, hubo ganancias de más de 40 millones de euros por el concepto de asesinato de niños y niñas por nacer. Y se nos ofrecen más datos, como los que aparecen en un reporte de ACI prensa del 2002 (Cf. 17 de abril). Según ese reporte, desde 1977 Planned Parenthood ha recibido 815 millones de dólares por concepto de procedimientos abortivos. “Solo en el año 2000, Planned Parenthood recaudó más de 68 millones de dólares por concepto de procedimientos abortivos”. ¿Poquita cosa, no? Bueno… y podríamos seguir con más cifras. Por ejemplo: “Los procedimientos abortivos representan el 29% de los ingresos de Planned Parenthood”, según el artículo ya citado; en el que también se señala que “las ganancias de Planned Parenthood en los últimos quince años, superan los 454 millones de dólares”.

La industria del aborto sí que reparte dinero, de diestra a siniestra, y vaya que será bastante lo que reparte a través de sus lobbies. De lo contrario, aquello del enfoque de género no sería más que un asunto o temita de unos cuantos diletantes de las clases medias y algunos aristócratas, que piensan por amor al arte y nada más, sin dejar las comodidades típicas de los hijos de la burguesía. De no ser por la cantidad de dinero que corre en el negocio del aborto, y de no ser también por los intereses políticos de minorías que aspiran a instaurar un régimen de carácter global, el enfoque de género no se hubiera posicionado como parte del actual pensamiento dominante, ni contaría con el interesado apoyo de líderes de opinión, así como de diversos artistas. Tampoco recibiría la atención que le han brindado los congresistas y los ministros de los países en los que se trata de introducir dicho enfoque —despacito, poco a poco, o entre gallos y media noche— mediante la currícula educativa, así como mediante normas legislativas de nefasto carácter.

En consecuencia, creo justo y necesario valorar y reconocer el esfuerzo y la lucha de los ciudadanos que no están dispuestos a dejar que nuestro país sea sometido a la imposición de un enfoque como el de género, que de sano nada tiene. En especial deseo saludar la valiente actitud, frente a la embestida anti educativa, de parte de los padres de niños que hoy están en su etapa de estudiantes escolares. Trabajemos con esos padres, trabajemos todos juntos, los que sí creemos en la vida y en la familia, como célula básica de la sociedad, para encontrar la solución más adecuada frente a problemas como el de la violencia, que diariamente nos agobian. Trabajemos, pero descartando de plano enfoques como el de género, cuyos más consagrados mentores son los abanderados de la violencia y de las más reprobables perversiones. ¿Qué de bueno podríamos lograr con un enfoque como ese?