Francisco Swett

El enemigo invisible

Las consecuencias económicas de la epidemia de coronavirus

El enemigo invisible
Francisco Swett
09 de marzo del 2020


Se requiere de un microscopio de alta resolución para detectar al virus COVID-19. Es así de pequeño, invisible a la vista, pero con una capacidad de destrucción mayor que cualquiera de las armas conocidas. En poco más de un mes ha infectado a más de 100,000 personas en ochenta países y cegado la vida de más de 3,000. Hay razones para pensar que las cifras de infectados son aún mayores a causa de falencias de las estadísticas, ocultamiento por parte de los afectados y políticas de los gobiernos. Si el centro original de atención fue Wuhan, este se ha trasladado hoy a lugares improbables como Italia, Irán y un número creciente de cruceros. Por ser un virus nuevo se desconoce el ciclo de infección, transmisión e intensidad del síndrome, considerando además que las varianzas son amplias: son los mayores, los varones y quienes tienen el sistema inmunológico comprometido, los que más expuestos están, pero eso es de esperar cuando se trata de cualquier patógeno. Lo que es cierto es que los números continuarán creciendo exponencialmente y que la devastación producida es de orden planetario.

Y se configura un panorama desolador. La economía global baja su crecimiento al nivel más bajo observado desde 2009 y la de China se verá afectada en más de 1%, dependiendo de la duración de la pandemia. En la economía globalizada, la interdependencia se traduce en cadenas de valor que representan verdaderas matrices de insumo/producto transnacionales que comprometen capitales y empleos. China, por su parte, es el pivote de estas cadenas pues sus productos abarcan todo el espectro posible y creciente de partes, piezas, confecciones, alimentos, maquinarias y servicios de toda índole, a la vez que demandan productos básicos que países como los nuestros proveen y de los cuales, en medida variable, pero alta, sus economías dependen.

Las pérdidas de capitalización en las bolsas de valores se acercan a los diez trillones de dólares, cifra que representa el 45% del tamaño de la economía americana. Se proyecta que las pérdidas de la aviación comercial superarán los US$ 100,000 millones y que algunas aerolíneas no podrán aguantar el impacto al tener que cortar hasta el 80% de sus vuelos. Lo propio ocurre con las navieras debido a la baja sustancial del comercio internacional. Las pérdidas son ubicuas en los restaurantes, los espectáculos de toda índole, las convenciones, el turismo y en general en todo lo que constituye el intercambio mundial.

El mercado del petróleo experimenta una baja sustancial del 19% en las cotizaciones de los crudos marcadores Brent y WTI. Los países de la OPEP (específicamente Arabia Saudita) y Rusia manejan el precio del hidrocarburo basándose en acuerdos de cuotas de producción denominada la “OPEC call”, que representa una tercera parte de la oferta de crudo. La semana pasada se rompió el acuerdo y los sauditas, cuya posición es dominante de mercado, decidieron, como lo han hecho en el pasado, que “abrirían la llave” justamente cuando la demanda está por los suelos con la reducción de más de un 20% de crudo por parte de China. Se provoca así una transferencia de recursos a los consumidores, pero al romperse la ecuación del negocio petrolero esto tiene efectos inmediatos sobre la economía global.

Finalmente, el enemigo invisible mueve los hilos de la política. Desde Oriente a Occidente la conmoción es mayor. La legitimidad de Xi Jingpin se ve amenazada por el evidente hiato de prosperidad que experimenta el pueblo en los últimos dos años. Los populistas de Italia han debido poner en cuarentena a una cuarta parte de su población. Putin –cuya posición de zar de todas las Rusias está erosionada por, entre otros, el estancamiento de la economía– está inquieto. Inquieto también está Donald Trump quien, con su proverbial autosuficiencia, ha expresado que todo está bajo control cuando la evidencia lo contradice: el mercado de valores se derrumba y la carrera entre los demócratas perfila a Joe Biden como su posible contendor. 

El ecosistema planetario parece responder ante las violaciones que en forma secular el hombre incurre contra la naturaleza. ¿Es acaso un portento de lo que puede venir como consecuencia del calentamiento global? No es una pregunta retórica, y antes bien es válida pues, no obstante que no ocurra el fin de los días, habrá días en que lo parezca.

Francisco Swett
09 de marzo del 2020

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