Pedro Corzo
El crisol de la prisión política
En Cuba hay actualmente 1,167 prisioneros políticos
Si hay una situación de carácter permanente en Cuba y lo cubano es la prisión política. Una condición ejemplificada en que mientras en la isla el régimen pide ocho de cárcel para el joven de 17 años de edad Jonathan Torres Farrat, por participar en las protestas pacíficas del 11 de Julio último, el Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo organizó, bajo la dirección de Ramiro Gómez Barruecos, el 55 Aniversario del Cierre de la Prisión de isla de Pinos.
La prisión política en Cuba es una constante. Y aunque escribimos y hablamos sobre ella nunca es suficiente porque el número de personas, hombres y mujeres encarceladas, en vez de disminuir crece; como reflejan recientes informes de la entidad cubana radicada en España, Prisoners Defenders, que en su boletín de febrero de este año reportaba 1,054 prisioneros y en marzo 1,167. Un incremento notable si se tiene en cuenta que esto sucede 63 años después de haberse entronizado la dictadura castrista.
Por su parte el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, radicado en Madrid, condenó a la dictadura insular por haber sancionado a 20 de los participantes en las protestas del 11 de Julio –entre ellos cinco menores de edad– a limitación de libertad; el resto, a penas de cárcel de 5 a 20 años. A su vez esta entidad exigió a la Unión Europea que aplique sanciones individuales a los violadores a los derechos humanos en Cuba, incluidos jueces y fiscales.
Otra entidad que denuncia los constantes abusos contra los menores de edad es el Directorio Democrático Cubano, que ha señalado la vesania de los funcionarios castristas que se ensañan contra los más jóvenes por el simple hecho de disentir.
Tal parece que para las autoridades del régimen el uso de la seguridad del Estado y de los cuerpos policiales no es suficiente cuando el objetivo es reprimir, recurriendo a cualquier entidad para acosar a la ciudadanía. Así lo denunció hace unos días la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, que señala a la Unión Nacional de Juristas de Cuba como un ente que pretende intimidar a quienes informen sobre los jueces y fiscales que participan en los procesos judiciales contra los manifestantes del 11 de julio.
La Unión Nacional de Juristas de Cuba es una entidad oficial, no una ONG independiente, aunque no es de dudar que esté inscrita en diferentes organismos internacionales como una institución ajena al Gobierno cubano; tal como hacen otras entidades oficialistas que se autoproclaman organizaciones de la sociedad civil, cuando en realidad son mecanismos represivos de la autocracia. No debemos obviar que varias de estas entidades han solicitado grants a corporaciones internacionales; muchas de ellas los han recibido, recursos que pueden ser usados para la represión directa o indirecta de la población.
La dictadura castrista no ha aprendido que la prisión fortalece las convicciones de sus enemigos. Las cárceles cubanas son como un crisol de patriotismo. En la década de los sesenta numerosos campesinos se alzaron en armas contra el régimen, muchos fueron ejecutados; pero un pequeño grupo, después de estar largos meses en prisión, fue liberado y volvieron a las montañas. En esos años inventaron las “recondenas”: el recluso cumplía la sentencia y no era puesto en libertad.
En la actualidad, en pleno siglo XXI, al menos hay dos patriotas en las cárceles castristas que ya cumplieron prisión y se encuentran de nuevo encarcelados: José Daniel Ferrer y Félix Navarro. Ambos son prisioneros de la Primavera Negra de Cuba, y al igual que a otros, no los intimida la represión por cruel que esta sea, y no cejan en su compromiso de poner fin a la tiranía.
Que la prisión enriquece y fortalece los valores de los opositores es una realidad incontrastable. En la cárcel se forjan amistades imperecederas y el sentimiento patriótico alcanza una constancia y profundidad nunca antes concebidas. Por esa razón los cada vez menos sobrevivientes del Presidio de Isla de Pinos se reúnen para conmemorar la fecha del cierre de la Isla del Diablo de Fidel y Raúl Castro. Como escribiera Gómez Barrueco, “El Reclusorio Nacional fue clausurado porque la tiranía comunista fracasó ridículamente en el objetivo de doblegar y desmoralizar a unos hombres irrevocables”.
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