El Congreso opositor y el mundo emergente y popular

La elección del ex general José Williams Zapata como presidente del Congreso de alguna u otra manera renueva la posibilidad de un relanzamiento del Parlamento hacia los ciudadanos. No obstante que en casi todas las democracias de esta parte del continente los congresos tienen bajas aprobaciones, un relanzamiento del Parlamento, liderado por la oposición al proyecto colectivista de Castillo, es un objetivo estratégico de primer orden. 

En los manuales de la política se dice que el poder nace de la legitimidad. De allí entonces que el Congreso liderado por Zapata deba iniciar un relanzamiento para construir una legitimidad que le permita detener de una vez por todas el proyecto colectivista de Castillo. ¿A qué nos referimos con todo lo anterior?

La única posibilidad que tiene el Congreso opositor liderado por Zapata es que empiece a desarrollar conexiones con el mundo popular y emergente. ¿Cómo así? Uno de los yerros de la oposición democrática ha sido intentar una y otra vez la vacancia por la vacancia, no obstante las necesidades y urgencias de la mayoría de la población. 

En ese sentido, el Congreso liderado por la oposición debería trabajar un programa de consenso y unidad para representar al mundo popular. Por ejemplo, una propuesta para una ola formalizadora de la minería artesanal o informal; o desechar de una vez por todas las leyes antimercado laboral que dejarían fuera a miles de empresas contratistas, muchas de ellas pymes y mypes. 

El Congreso debe lanzar algunas propuestas, de acuerdo a sus competencias “reformadoras”, que permitan no solo la reactivación económica; así como la representación política del mundo popular pro mercado y que hoy busca una alianza con el mundo político, ensimismado en la batalla entre Ejecutivo y Legislativo.

Si el Congreso liderado por Williams logra la representación política, tendría la legitimidad construida para iniciar un proceso de vacancia al propio presidente Pedro Castillo, amén de tener además un horizonte de certidumbre de lo que se hará con el país después de Castillo. En todo caso, la única posibilidad que tiene el Congreso es apostar a construir una legitimidad alternativa al Ejecutivo y que le dé una aprobación ante la ciudadanía mayor a la que ahora tiene. 

Hoy el Ejecutivo, a pesar de los yerros y dislates, intenta apropiarse de la representación social y política , y del humor del mundo popular. De ocurrir ello podría tener la legitimidad suficiente para cerrar el Congreso. Advertidos están.