Jorge Valenzuela
El comienzo de algo
A propósito de la antología del nuevo cuento peruano 2001-2015
Toda antología literaria es una apuesta que debe jugarse con cierto margen de seguridad y con presupuestos claros. Esos presupuestos deben estar articulados, en principio, a la representatividad de los antologados y a la calidad de los textos, que debe ser pareja en el conjunto. De esa forma (ya que es un imposible) se reducen los márgenes de arbitrariedad y se consigue mostrar la diversidad de posibilidades escriturales que conviven y hasta compiten por la hegemonía y el prestigio narrativos (lo vemos hoy en nuestro campo literario).
En esta dirección, la antología El fin de algo, que acaba de firmar Víctor Ruiz Velasco, constituye una apuesta que ha logrado estar a la altura de proyectos serios que la antecedieron en el propósito. Para tal efecto, se traza dos objetivos: explorar un espacio de tiempo bien acotado, esto es, el que va del 2001 al 2015 en todas sus líneas con el propósito de delimitar lo que podría ser considerado un periodo generacional, y seleccionar a escritores con, por lo menos, un libro de cuentos de calidad publicados entre el periodo dentro del cual el autor observa e identifica una gran floración de posibilidades narrativas representadas en los cuentos incluidos.
Ruiz Velasco se ocupa de trazar el recorrido de la tradición cuentística peruana moderna valiéndose de los aportes interpretativos de Antonio Cornejo Polar. De este modo destaca tres centros de irradiación narrativa y los desarrolla recuperando los antecedentes textuales que construyeron las respectivas tradiciones. Nos referimos al cuento urbano, al relato fantástico y al relato popular o, más bien, de tradición oral. Estas vertientes serán, en la base, las que lo ayudarán a seleccionar los textos. De otro lado, las condiciones extratextuales también han sido contempladas tanto para delimitar el periodo de la antología (con la mención a los hechos históricos), como para explicar las condiciones de producción dentro de las cuales los nuevos narradores lanzaron sus libros al mercado. Pero aquí viene una observación que podría enriquecer el estudio: ¿No hubiese sido importante también desarrollar el llamado “efecto Vargas Llosa” tanto en la obra de estos autores como en la influencia que viene ejerciendo sobre nuestro sistema editorial?
Para comenzar, el autor se detiene y analiza la tradición del relato fantástico y sus derivados de ciencia ficción y relato de terror (de gran importancia y auge en los últimos años), con escritores como Yeniva Fernández y Pedro Novoa, presentes en la antología con excelentes cuentos. Luego, sus esfuerzos se centran en el relato urbano de tradición realista. En esta línea, Ruiz Velasco cumple con hacer un trazado de los antecedentes desde Diez Canseco hasta la narrativa de los noventa. Respecto de los cuentos de la vertiente realista subjetiva mencionemos la alta calidad de textos como el de Pedro Llosa con claras alusiones literarias al poder de la literatura a través de la obra de Onetti; el de Yushimito que se inscribe en un interesante diálogo con el peso del pasado; el de la desaparecida Julie de Trazegnies que testimonia una ruptura sentimental; los de Johan Page, Susana Nonthenius y Dante Trujillo que exploran en las relaciones afectivas y sus contradicciones. Notables son también los cuentos de Iparraguirre con una recreación singular del espacio geográfico y el de Juan Manuel Chávez que explora en el horizonte social y el lugar que los seres humanos ocupan en el mundo.
Mención aparte merecen los cuentos de Ulises Gutiérrez, Sandro Bossio, Richard Parra y Karina Pacheco que se instalan en la memoria tanto de hechos históricamente acaecidos como en los recuerdos de experiencias traumáticas.
Sería una falta si dejáramos de mencionar (si de cuentistas se trata) algunas ausencias. Nos referimos a Marco García Falcón, con París personal; Martín Roldán, con su libro Podemos ser héroes y Miguel Ruiz Effio con La habitación del suicida.
Para terminar, cabe mencionar que esta antología se constituye en uno de los más importantes esfuerzos, en estos últimos años, por sistematizar los méritos de la última hornada de cuentistas peruanos a los que, ciertamente, auguramos una promisoria carrera literaria.
Por Jorge Valenzuela
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