Jorge Varela

El Bacheletismo no está muerto

Ahora apunta con el dedo y se rearticula

El Bacheletismo no está muerto
Jorge Varela
01 de febrero del 2021


Hace algunos días se ha conocido que la psicóloga Paula Narváez es la precandidata presidencial del Partido Socialista de Chile, en representación de una izquierda nostálgica y anclada al estado de viudez que provocó en determinados sectores políticos el término del segundo mandato de Michelle Bachelet. Especialmente entre sus seguidoras que comparten el ideario feminista contemporáneo. Narváez, quien fuera una de sus colaboradoras más cercanas, emerge después de publicarse una carta firmada por adictas a la expresidenta, provocando un remezón de proporciones en el seno del socialismo chileno y en la desmembrada oposición al actual gobierno de derecha.

Como en los mejores tiempos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano, el insólito surgimiento de esta candidatura se parece al famoso ‘dedazo’ mediante el cual el gobernante en ejercicio designaba a su sucesor desde lo alto de su sitial. Algo de eso ha ocurrido en este caso con la ‘destapada’ por Bachelet, al traslucirse parte del andamiaje diseñado para lograr los apoyos necesarios e inocular a la ciudadanía con esta ‘nueva cepa del virus izquierdista’.

El socialismo chileno, que como organización estaba a ras del suelo, ha comenzado a respirar nuevamente gracias a este verdadero ‘procedimiento de intubación’ que ha dejado agónicos a dos de sus militantes predispuestos a competir, pero dubitativos e irresolutos: el ex-secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) José Miguel Insulza, y el presidente del PS Álvaro Elizalde. De paso, ha puesto nerviosos a los precandidatos del Partido por la Democracia (PPD), como Heraldo Muñoz (excanciller) o Francisco Vidal (exministro de Defensa y exvocero oficial); a la postulante embrionaria de la Democracia Cristiana (DC); y al presidente del Partido Radical Carlos Maldonado (exministro de Justicia). Es que hoy el dedo de Bachelet es de un mayor grosor y potencia que el de Ricardo Lagos o el de cualquier otro líder chileno vivo. 

Paula Narváez, la gran destapada

Esta candidatura fue bien pensada y mejor lanzada. Hace tres años que las integrantes del bacheletismo vienen planteándole a Narváez que postule a La Moneda, decisión que ella maduró junto a varias exasesoras ministeriales de Bachelet (se ha utilizado la expresión del pretérito indefinido del verbo madurar: ‘maduró’, que no es necesario relacionar con el apellido Maduro). 

Luego de ser destapada por la expresidenta como primera opción, la irrupción de la ungida es la gran oportunidad que tienen los integrantes del bacheletismo para rearticularse después de su última caída y volver a ‘sentirse reinas’. Su figura permite introducir aire nuevo a una centroizquierda que no ha podido despegar en las encuestas, aunque en el PS admiten que el principal déficit es por ahora el bajo nivel de conocimiento que de ella hay en parte de la ciudadanía. Se conoce que la exmandataria, y hoy Alta Comisionada ONU para los DD.HH., y varias figuras de su entorno participaron en gestiones preliminares para levantarla en el seno del PS y que Bachelet siempre estuvo al tanto de los movimientos de la ex-ministra.

Al ser consultada Narváez en 2017 por una posible opción presidencial, dijo: “No lo he pensado jamás”. Después la defensora acérrima de la gestión de Bachelet, tras la derrota del senador Alejandro Guillier frente a Sebastián Piñera, afirmó: “Sufrimos una enorme derrota electoral, pero la derrota política está por verse… pese al resultado, el proyecto político del progresismo está vigente en Chile”. 

Su delgada estampa quijotesca seduce y remece a su propio partido y a una porción importante de la centroizquierda, despertando entusiasmo hasta en dirigentes de Revolución Democrática (RD) y en sectores extraviados huérfanos de aspirante presidencial. También en los desilusionados con el alicaído alcalde comunista Jadue y el escuálido proyecto neomarxista del Frente Amplio (FA). “Paula Narváez tiene altas posibilidades de ser la candidata presidencial de ese conglomerado en gestación formado por los partidos de la lista del Apruebo… y más a la izquierda incluso”, ha escrito Óscar Guillermo Garretón (artículo “Narváez”, La Tercera, 25 de enero de 2021). 

Uno que todavía está aturdido por el sorpresivo dedazo que no advirtió y no se muestra contento es el jerarca del Partido Comunista (PC) Guillermo Teillier. Este viejo dirigente marxista ha calificado de “rara” la candidatura de Narváez y ha dicho sibilinamente que ella “no ha participado en el cambio de Chile”, señalando que “no se le conocen declaraciones sobre lo que estaba pasando en el país”.

Neo-ideario y estrategia izquierdista

En opinión del ex-diputado Jorge Schaulsohn, “Bachelet ha hecho mucho más que levantar una candidatura. Señaló un camino estratégico para toda la centroizquierda que hasta ese momento (el de su irrupción) no estaba para nada claro: que Paula Narváez sea la candidata única de toda la oposición en la primera vuelta, incluyendo al Frente Amplio, al Partido Comunista y a la Democracia Cristiana. Es decir, la reconstrucción de la Nueva Mayoría” (con otro nombre por supuesto). (“El Bacheletazo: La reconstrucción de la Nueva Mayoría y el derrotero de la izquierda”- Ex-Ante, 23 de enero de 2021).

Posesionada de su nuevo rol, Narváez ha declarado recientemente: “Me parecería arrogante decir que soy su heredera natural (respondiendo a los que todavía añoran a Bachelet). Por lo tanto, lo que considero que es importante, más que ser una replicadora de otros proyectos, es que necesitamos un proyecto de futuro para Chile, un proyecto que se haga cargo de este nuevo Chile. No vengo a revivir proyectos, quiero construir a partir de este Chile nuevo que emerge… Esta pandemia demostró que el ideario de la izquierda, de la socialdemocracia o socialismo democrático, es fundamental para que nuestras sociedades puedan prosperar y desarrollarse” (La Tercera, 13 de enero de 2021).

Una de las primeras tareas de Narváez será aglutinar específicamente a la izquierda dispersa y fracturada. Sus llamados a la unidad y algunas de sus definiciones, los ha hecho con la mente puesta en esa militancia. Pero, la elección se jugará en el centro y el viraje para aterrizar no le será fácil, pues además deberá disputar con otra(s) candidatura(s) de su mismo flanco. Si triunfara encabezará una izquierda repleta de discrepancias, disputas e intereses mezquinos, que fracasó en el último gobierno. En todo caso, asumir la candidatura opositora puede serle más fácil que ganar la Presidencia de la República para después gobernar en un mar agitado. 

Está por verse cómo caminará en medio de las turbulencias de un proceso constituyente en desarrollo. Por ahora su desafío mayor será unir a las huestes de izquierda en ‘estado de revuelta’ y, al mismo tiempo, convencer a la mayoría moderada que (ella) es mejor alternativa de gobierno ante una derecha que se ha propuesto disputar el apetecido centro político, (como sostuviera el citado columnista Garretón).

Jorge Varela
01 de febrero del 2021

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