Jorge Morelli
El autoengaño
¿Puede la inversión pública salvar la economía peruana?
La economía crece muy poco, pero algo crece. Una vez más la informalidad está salvando al Perú de la recesión. Lo saben todos los que están en relación con la producción, pero no lo dicen o solo lo reconocen en privado.
Burneo agita el fantasma de la recesión para justificar una reforma tributaria. Según él, la inversión pública es lo que va a despertar a la privada. Sin embargo, no es el Estado –que es el 20% o 25% de la economía– el que va a salvar al Perú. En lo inmediato es la economía informal la que lo está haciendo, aun si no es una solución permanente.
Todos sabemos que una reforma tributaria que no formalice la economía no es una solución que se ajuste a las necesidades del país. Pero no es posible hacerla en este momento, porque el Gobierno estaría obstruyendo el crecimiento natural –que es informal por ahora– para reemplazarlo por un crecimiento fallido, intermediado por el Estado.
El malentendido nace de un mal diagnóstico que genera un error en el remedio. La inversión pública no va a despertar a la inversión privada porque no hay confianza. No la hay porque el Gobierno no resuelve su crisis de identidad. Mientras un día un ala del Ejecutivo ofrece plenas garantías a la inversión privada, al día siguiente la otra ala emite normas que derogan la tercerización laboral e impulsan la sindicalización indiscriminada. La izquierda avanza en su agenda inoportuna como si esta fuera su última oportunidad. El propio Fitch Ratings indica que la creación de empleo hoy es informal, pero el ala izquierdista clausura todo diálogo con el sector privado con esas normas que traban la contratación informal en el preciso momento en que debería darle curso libre.
Esta contradicción empuja al ala de izquierda del Gobierno hacia el populismo –con más bonos yanapay– y al ala derecha al mercantilismo, con rebajas del IGV y Reactiva III solo para algunos. El Gobierno hace de los empresarios sus cómplices en el mercantilismo mientras su asistencialismo silencia y engaña a los pobres, que pasan en masa a la informalidad para salvarse y salvar al Perú de la recesión.
El gobierno debería saber que no se puede crecer y formalizar al mismo tiempo. No en este momento al menos. Esta grave contradicción en el diagnóstico genera el monstruoso error en el remedio. La inversión privada no despertará con inversión pública. Porque es obvio que no hay confianza. No hay expectativas. Y, como decía Keynes, inyectar dinero a una economía en ausencia de expectativas no generará crecimiento, sino inflación.
Peor aún, el énfasis en el crecimiento a toda costa amenaza ahora con obstruir la lucha contra la inflación, que es el peor flagelo de los pobres. El MEF y el BCR están en peligro de quedar atrapados en un curso de colisión. Este malentendido tiene que terminar ahora y aquí.
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