Iván Arenas
¿EL APRISMO SE PELEÓ CON LA SOCIOLOGÍA?
Para ser nuevamente masivo debe sintonizar con la sociedad emergente
Por Iván Arenas
Tremendo barullo ha originado que nuevamente el Partido Aprista postergue su tan mentado Congreso para elegir a la nueva directiva. Las voces disonantes señalan que una pequeña cúpula impide la renovación en un congreso porque simplemente no quieren “soltar” el partido. No obstante, fuera de las peleas internas, sostengo que ninguno de los postulantes al futuro cargo de secretario general parece tener muy claro qué partido y qué propuestas presentarle a un país que cada día se decepcionan más de su “clase política”. Pero sobre todo sostengo que desde el aprismo no se quiere ver al otro Perú, al otro “pueblo” (popular y emergente). Tal parece que el aprismo se peleó con la sociología. Veamos por qué.
En la teoría se dice que un partido político es una correa de transmisión (representación) entre las necesidades/demandas y aspiraciones de un sector de los ciudadanos (sociedad) y el Estado. Lo que hoy vemos en el Apra es un partido histórico que representa solo a menos de un 10% del electorado nacional. ¿Por qué el Apra ha dejado de representar al “pueblo”? Vayamos a la siguiente aproximación.
La emergencia del Apra como un partido de masas y policlasista en los años veinte del siglo pasado fue el resultado —entre otras causas— de una lectura acertada del contexto económico y social por parte del fundador Víctor Raúl Haya de la Torre. ¿Cómo así? Luego de la conmoción de la guerra con Chile, durante la República Aristocrática (1895-1920), la economía peruana se fortaleció y se expandió. En Lima, los sectores de industria y comercio, así como la ampliación del Estado, permitieron el surgimiento de nuevos actores sociales y una nueva clase media urbana. La minería y la agroindustria en tanto generaron a una nueva clase trabajadora y clases medias regionales, sobre todo en el norte del país y en el sur andino. El cobre, el azúcar y el algodón alcanzaron precios altísimos en el mercado internacional. Sin embargo, luego de 1920 la canasta exportadora sufrió una caída de los precios en el mercado internacional, que tendría el punto más bajo en el crack de 1929. La crisis económica desató una ola de reivindicaciones sociales.
Estos nuevos actores sociales emergentes, con necesidades/demandas y aspiraciones propias, no pudieron ser canalizados por un sistema de partidos (herederos de la República Aristocrática) como el Liberal, Demócrata y el Civilista. Aquellos partidos representaban los intereses de la burguesía limeña, los terratenientes en el norte y centro, así como de los gamonales en el sur andino. Durante la República Aristocrática el crecimiento económico transformó el rostro del Perú y los viejos partidos ya no respondían a las preguntas de los nuevos sectores emergentes. Frente al marxismo criollo —que reinvidicaba un partido de clase obrera y corte leninista, además de una revolución socialista—, Haya de la Torre supo leer de forma correcta este contexto para fundar un movimiento policlasista (semejante a un bloque histórico gramsciano) Así, la clase media limeña y regional y la clase trabajadora agrícola encontraron un partido para canalizar sus necesidades/demandas y aspiraciones. El PAP entonces logró ser masivo y popular.
Y aquí podría estar el punto neurálgico del porqué el Apra ha dejado de ser hoy un partido del “pueblo” de representación masiva. En los últimos treinta años el Perú ha visto el desarrollo de una nueva sociedad emergente. La gran diferencia es que por primera vez esta sociedad que emerge tiene voto y propiedad, bases del republicanismo. Pero esta sociedad emergente andina, chola y popular tiene características marcadas: su antiestatismo informal, su procapitalismo y su cariz racial. Si el Apra quiere ser nuevamente masivo y popular debe representar las necesidades/demandas y aspiraciones de esta nueva sociedad emergente andina, de este “otro Perú” que aún no tiene un partido o un movimiento en esta parte del siglo XXI.
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