Dante Bobadilla

Crónica del cierre inconstitucional del Congreso

Estos son los hechos y las verdades

Crónica del cierre inconstitucional del Congreso
Dante Bobadilla
30 de septiembre del 2020


Resulta cada vez más difícil oír al presidente Vizcarra en sus discursos del mediodía. Sus afirmaciones acerca de su correcto proceder no le generan ni una sola mueca de reproche. Insiste en que la disolución del Congreso fue constitucional y que el Congreso no le permitía gobernar. Ambas cosas no tienen que ver con la realidad. Y hay que repetirlo para que conste ante la historia.

Lo cierto es que Vizcarra nunca quiso gobernar o no sabía qué hacer, por lo que se dedicó a confrontar al Congreso, con el pretexto de la lucha anticorrupción. Para esto utilizó a un sector de medios, a la izquierda y a sus oenegés, para montar una feroz campaña de desprestigio contra del Congreso, al que acusaron falsamente de obstruccionista y de blindaje, mensaje que se repitió hasta convencer al público. Las maniobras eran evidentes. Por ejemplo, Marco Arana presentaba una disparatada acusación constitucional contra el entonces Fiscal de la Nación Pedro Chávarry, la cual tenía que ser rechazada sin remedio por la Comisión de Constitución, al carecer de fundamentos jurídicos. Luego, se armaba el escándalo: ¡Blindaje! gritaban.

El jefe de Estado dejó de lado la tarea de gobernar para dedicarse exclusivamente a confrontar con el Congreso. No tuvo reparos en invadir los fueros del Legislativo, hacer reformas constitucionales y hasta convocar a un referéndum sin tener facultades para ello. Ese referéndum estuvo totalmente viciado por la interferencia del presidente aleccionando a la gente cómo votar. La fórmula de Vizcarra estaba publicitada en todos los centros de votación. Y fue por eso que el “Sí, Sí, Sí, No” ganó con holgura, e incluso llegó a ser del 100% en varios lugares. Una maniobra parecida a las del chavismo.

Al no obtener la negación de confianza necesaria para cerrar el Congreso constitucionalmente, Vizcarra se inmoló el 28 de julio del año pasado, presentando una ley para recortar su mandato y convocar a elecciones generales. Se limitó a decir que era una salida al “entrampamiento”. Nunca hubo ningún entrampamiento. El jefe de Estado estaba simplemente obsesionado con cerrar el Congreso. Contaba con el apoyo ferviente de los sectores de izquierda, quienes destilaban sus odios al llamado “fujiaprismo”. La maquinaria de destrucción de la oposición pasaba necesariamente por cerrar el Congreso de mayoría fujimorista. Pero se necesitaba un pretexto legal o algo parecido.

Los hechos que empujaron al golpe de Estado fueron dos. El primero fue la derrota de Daniel Salaverry a la presidencia del Congreso, con lo cual el oficialismo perdió a su alfil. El segundo fue el inicio del proceso de elección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional. Los poderosos, la clase dominante y las fuerzas que controlan el poder empujaron a Vizcarra a cerrar desesperadamente el Congreso con una maniobra patética: enviar a su premier Del Solar a armar un berrinche en el Congreso y presentar a última hora un proyecto de ley que cambiaba el proceso de elección de miembros del TC, haciendo una cuestión de confianza para paralizar la elección que en ese mismo instante se llevaba a cabo. Penosa actuación de un actor en su rol de político.

Al caer la tarde de ese mismo día, el presidente Vizcarra apareció ante cámaras para anunciar que disolvía “constitucionalmente” el Congreso. De esta manera no solo alcanzaba el objetivo de terminar con la oposición, sino que salvaba una mayoría favorable en el Tribunal Constitucional. Vizcarra intervino en una competencia que es exclusiva del Congreso para impedir el cambio del TC. La historia tendrá que registrar todas las maniobras y argumentos falaces con los cuales se desarrolló y se pretendió justificar el cierre inconstitucional del Congreso. Estos son los hechos y las verdades. La versión del presidente Vizcarra no tiene que ver con los hechos. Nunca un presidente había pretendido cambiar de esa manera los hechos y datos de la reciente historia, y pocas veces había causado tanta desinstitucionalización y daño en tan poco tiempo.

Dante Bobadilla
30 de septiembre del 2020

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