Guillermo Vidalón
Conviviendo con el Covid-19
Reactivación de la economía, desburocratización y liberación de trabas
Los hechos están demostrando que algunas medidas implementadas para evitar la propagación del Covid-19 no han sido las más acertadas. Implementar una cuarentena sin percatarse de que el 70% de la población desarrolla sus actividades económicas en la informalidad es privarla de ingresos. En consecuencia, quienes disponían de ahorros hicieron uso de ellos; empero, los otros fueron dejados casi a su suerte o se les asignó un bono que, pretendiendo brindar una asistencia social, terminó por contribuir a la propagación del virus al promover aglomeraciones.
El Gobierno se dejó marear por la cúpula que lo rodea y está siendo sobrepasado por la cruenta realidad. Somos el país que ostenta el segundo y no el tercer lugar en el número de contagiados con el Covid-19, porque el cálculo certero se mide en función al número de pobladores: Ecuador registra 22,719 contagiados con una población de 17.5 millones, sus infectados representan 0.129%; en el Perú son 21,648 contagiados, los que equivalen al 0.067% de los 32.13 millones de habitantes. Cuando se dice que Brasil tiene 52,995 contagiados, el mayor número de en Latinoamérica, y se obvia mencionar que estos representan el 0.025% del total de su población, no se está dimensionando ni presentando la magnitud real que viene alcanzando el coronavirus.
Si bien es cierto el virus es muy contagioso y peligroso, también lo es el condenar al hambre a más de 20 millones de personas, quienes venían trabajando en la informalidad. Se desconoce en la actualidad el número de empleos formales que se perderán por detener la actividad económica. Sin empleos, la alimentación de las familias se precariza aún más y, en consecuencia, su sistema inmunológico se debilita, incrementando las posibilidades de propagación del virus.
Lo que se requiere es aislar a los más vulnerables al contagio y reactivar la economía en el más corto plazo, replicando condiciones de aislamiento social, pero manteniendo –lo más que sea posible– los niveles de productividad. Tengamos presente que las unidades de producción minera y petrolera, que generalmente operan en zonas aisladas y que cuentan con campamentos, implementando medidas muy estrictas de salubridad pueden producir garantizando la salud de sus colaboradores. Tal es el caso de la minera Southern Perú, que ha podido mantener altos niveles de producción y evitar el contagio, con emplazamientos en tres áreas y con aproximadamente 20,000 personas (al 26 de abril).
La pandemia va a demandar más recursos del Estado hacia el sector salud, y la apuesta gubernamental no puede seguir siendo gastemos lo acumulado en tres décadas y después veremos si el virus sigue entre nosotros. Por ese motivo, saludamos la pronta reactivación de la economía, la desburocratización y la liberación de trabas para seguir operando en condiciones de confinamiento productivo.
Asimismo, en tiempo desafiantes es momento de asumir retos que podrían resultar impopulares para un sector militante, pero ínfimo en términos numéricos respecto de la población que resultará beneficiada. El país requiere atraer inversiones mediante la emisión de señales claras y firmes que transmitan confianza en el sistema de generación de riqueza y empleo productivo. Respaldar el desarrollo del proyecto cuprífero Tía María ha dejado de ser una posibilidad para convertirse en una necesidad.
Finalmente, es necesario destacar la nobleza y dones de gente de los miles de ciudadanos que han emprendido el éxodo hacia sus lugares de origen. Fácilmente pudieron haber sido tentados para realizar actos delictivos. Ojalá que nuestros líderes no decepcionen al Perú. Esperemos que la historia así lo registre.
COMENTARIOS