Manuel Gago
Congreso, ¿último bastión de la democracia?
A defender el primer poder del Estado
La batalla final contra el socialismo que Pedro Castillo, Perú Libre y el Movadef pretenden imponer en el país, ¿se librará en el Congreso de la República? La ofensiva desplegada que apunta al cierre inconstitucional del Congreso, el primer poder del Estado, ¿es una de las posibilidades extremas de Castillo para mantenerse en el poder?
Está claro que para los demócratas la salida de Castillo debe hacerse por las vías establecidas por las leyes y Constitución. Que el mandatario esté acusado de diversos delitos, entre ellos de ser jefe de una organización criminal que opera desde Palacio de Gobierno, no implica que sea desaforado por la fuerza, rompiendo el Estado de derecho que tanto cuesta mantener. La defensa del Congreso, por más que su baja popularidad haya sido ganada a pulso, es crucial para la defensa de la democracia.
Nada es gratuito en política; sobre todo en aquella planificada en La Habana, con enorme influencia en Perú Libre, inscrito en el Foro de Sao Paulo (Vladimir Cerrón es su pieza clave). Resulta bastante ingenuo creer, entonces, que el médico y dirigente formado en Cuba haya sido apartado del Gobierno; y también que se vaya a establecer un Gabinete de consenso. Zorros viejos aconsejan y guían a Castillo. Llegaron al poder para quedarse y no hay acción política sin antes conocer sus consecuencias. Las nuevas bancadas desmembradas de Perú Libre son una estrategia maquiavélica, de “divide y reinarás”. Los cubanos son expertos en política dura y real. Fueron parte del eje soviético que intentó someter a medio mundo. Sus tropas, carne de cañón en África, y sus “misiones médicas” contienen propósitos políticos. Contrariamente, derechistas y liberales se caracterizan por su voluntarismo disperso y desorganizado, hasta enfrentados entre sí por ese protagonismo pernicioso, que también destruye las posibilidades nacionales.
En este escenario, a un año de desgobierno castillista, con sus consecuencias dañinas para los más pobres, la conformación de la próxima mesa directiva del Congreso es crucial para liberar legalmente al país de las garras comunistas. Tomará tiempo, pero evitará confrontaciones violentas inimaginables entre maoístas pro cubanos y un pequeño sector opositor dispuesto a pararle los machos. No hay que perder la perspectiva. La lucha es contra el marxismo que pretendió en los ochenta sitiar Lima, asaltar Palacio y apoderarse del país.
Entonces, la presidencia del Congreso no puede ocuparla un tembleque,alguien que no entienda lo que representan Castillo y Perú Libre. No obstante, los acuerdos políticos se respetan. Un ejemplo para la población: honrar la palabra empeñada así duela por las circunstancias posteriores al trato. Por compromiso, al partido de César Acuña le corresponde presidir la mesa directiva del Parlamento; pero a los congresistas, elegir a la más idónea en estas horas tan difíciles. A ningún “niño” o allegado se le debe otorgar altas responsabilidades que podrían costarle caro al país.
También está claro que las manifestaciones públicas contra Castillo son insuficientes, por su magnitud y falta de contundencia, y no parecen dispuestas a tumbarse los barrotes de Palacio. Les falta el componente sustancial, por encima de las necesidades primarias de la población. La subida de los precios de los alimentos y la gasolina, el incremento de la inseguridad ciudadana y la fatiga emocional debido al desgobierno no movilizan a la población. La mayoría no arriesga el pellejo por “la libertad y la democracia”; términos gaseosos, lejanos, manoseados, inentendibles para una ciudadanía en proceso de maduración interminable.
La falta de liderazgos confiables y discursos conmovedores es el talón de Aquiles de la oposición. El caciquismo provinciano es la madre de toda corrupción. Por este contexto deprimente, la próxima mesa directiva del Congreso está obligada a fajarse y dar la talla. Que se imponga la buena política, la del convencimiento y el entendimiento.
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