María Cecilia Villegas

¿Cómo haríamos?

¿Cómo haríamos?
María Cecilia Villegas
09 de abril del 2015

La desaceleración económica amenaza con licuar a la nueva clase media.

El crecimiento económico experimentado por el Perú en los últimos años es responsable de la reducción de pobreza y de una menor desigualdad. Según el INEI, en 2013 la pobreza monetaria alcanzaba al 24% de peruanos. Quienes han logrado escapar de la pobreza son considerados nueva clase media, pese a que carecen de acceso a salud y educación de calidad y a empleo formal.

El Presidente Humala llegó al poder creyendo que el crecimiento económico estaba garantizado. Su gobierno dejó de lado la implementación de políticas públicas adecuadas que mantuviesen el crecimiento y que facilitasen la inversión privada y la seguridad. El ruido político que generó y la incapacidad demostrada lograron que los empresarios perdieran la confianza y las trabas burocráticas se encargaron de limitar la inversión pública. Todo lo anterior, sumado a factores externos, derivaron en el magro 2.3% de crecimiento económico 2014. El 2015 no augura mejoría y uno de los grandes riesgos que enfrentamos es que quienes salieron de la pobreza puedan caer nuevamente en ella.

Los peruanos pobres dedican entre 50 y 80% de sus ingresos a comprar comida. Cuando los precios de los alimentos suben o sus ingresos caen ellos deben dejar de comer alimentos balanceados y proteína animal. En muchos casos limitan sus comidas a una al día. En consecuencia, el valor nutricional de lo que consumen es muy bajo y es por eso uno de cada cinco niños está desnutrido. En Huancavelica el 42.6% de los niños menores de 5 años presentan desnutrición crónica y en Cajamarca el 35.6%. Mientras que en Omacha, Cuzco, la desnutrición crónica infantil alcanza al 80% de los niños. Esta es una muestra de la disparidad existente entre las regiones y los distritos del país.

En el 2012, 815,757 niños menores de cinco años sufrían de desnutrición crónica y 981,800 niños (6-11) vivían en hogares con déficit calórico, esto es, no tenían suficiente comida ¿Se imagina usted la desesperación de una madre al tener a un niño, o tres o cuatro con hambre? Cuando eso sucede, son las madres las que dejan de comer para poder alimentar a sus hijos, y terminan sufriendo de anemia y desnutrición, lo que afecta su salud y también la de sus futuros hijos. Los hijos de madres desnutridas tendrán bajo peso al nacer y mayor riesgo de ser prematuros.

Otro factor que influye en la desnutrición infantil es el nivel de educación de la madre. De acuerdo con la data del MIDIS, solo un 4.5% de hijos de madres con educación superior sufren de desnutrición, pero en hijos de mujeres analfabetas la desnutrición llega a 30%. Un factor adicional es el acceso a agua potable. La tasa de desnutrición en hogares que consumen agua no tratada es cinco veces mayor que en los hogares que consumen agua clorada.

Más allá de las razones éticas y morales por las que esto debería importarnos están las económicas. Un niño desnutrido no desarrolla capacidades cognitivas y por lo tanto no podrá aprender a leer y escribir, ni desarrollará aptitudes técnicas, lo que reducirá sus posibilidades de escapar de las trampas de pobreza y ser absorbido por el mercado, resultando en un lastre económico para el país.

¿Cómo espera el gobierno implementar los programas necesarios para luchar contra la desnutrición infantil si la economía crece a 2.3%?

 

Por Ana Luisa Guerrero
09 - Abr - 2015  

María Cecilia Villegas
09 de abril del 2015

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