Édgar Villanueva
Cohabitación política forzosa, gobernabilidad y gobernanza
Construcción de la gobernanza debería ser la estrategia política del Gobierno
“Nunca es tarde cuando la dicha llega” (Refrán popular)
Luego de la crisis política vivimos un remanso. Los ataques y confrontación han cesado, abriendo camino a niveles de diálogo entre el Ejecutivo y la oposición , y en particular con Fuerza Popular, lo cual es saludable y supone posibilidades para que la cohabitación forzosa pueda ser encaminada hacia acuerdos que aseguren que el techo que a todos cobija (Estado constitucional de derecho), no se vea amenazado por la vacancia o la disolución constitucional del Congreso. Todo indica que “La guerra del fin del mundo” que algunos propugnan está descartada; no conviene a ninguna de las partes ni al país. Pero desde la perspectiva ciudadana, tanto el Gobierno como el parlamento están en un proceso de deslegitimación que les conviene revertir si quieren buen arribo al 2021.
El Ejecutivo ha logrado tomar la iniciativa, aun a costa de sacrificar al premier Fernando Zavala. La nueva premier Aráoz usa la táctica de buscar consensos y no el choque, guardando las formas acciona dialogante; algunos, equivocadamente, quieran ver en esto una bajada de cerviz. El fujimorismo ha virado tácticamente y se muestra dispuesto a la cohabitación, que no es cogobierno ni convivencia. El problema es la sostenibilidad de esta “tregua”. En política pretender que la oposición deje de serlo resulta ingenuo. El camino posible son acuerdos de puntos mínimos para asegurar la gobernabilidad: un eje para encaminar conjuntamente la reforma política, la lucha anticorrupción, la reforma de la justicia, el combate contra la inseguridad, la lucha contra el narcoterrorismo y el impulso de la economía.
La gobernabilidad requiere de liderazgo político del Ejecutivo, de PPK; obvio que la efectiva coordinación de su Gabinete será crucial para que la toma de decisiones conduzca al país dentro del marco de la estabilidad política necesaria. Pero hay un tarea de fondo del Gobierno: en tiempos de globalización surgen nuevas formas de relacionamiento poder-ciudadanía, pues esta cuenta con mayor capacidad de presión, potenciada por la tecnología. Vivimos la era de la inteligencia artificial y la robótica, fenómeno social que “cambia paradigmas en las relaciones del poder”. Hoy no es posible una sólida gobernabilidad si no se construye la “gobernanza (que) es una noción que busca —antes que imponer un modelo— describir una trasformación sistémica compleja” en las relaciones poder-ciudadanía. En síntesis, la gobernanza es la base de la gobernabilidad.
Una iniciativa muy positiva heredada del Gabinete Zavala fue la creación del viceministerio de Gobernanza Territorial. Un punto de partida que puede servir de piloto, dentro de un plan de largo alcance a todo el sistema, para consolidar la democracia empoderando a la ciudadanía organizada en el encausamiento y control del manejo de políticas públicas. Y que la gobernanza sea “la suma de múltiples maneras como los individuos y las instituciones, públicas y privadas, manejan sus asuntos comunes. Es un proceso continuo mediante el que puedan acomodarse intereses diversos y conflictivos y adoptarse alguna acción cooperativa” (Commision on Global Governance). O sea, involucrar al ciudadano con el Estado, una nueva forma en la que, por ejemplo, cualquier proyecto de inversión incluya a la ciudadanía organizada y otorgue a todos beneficios tangibles. Una poderosa herramienta para alcanzar horizontalidad democrática desde los gobiernos locales, regionales y poder central.
La construcción de la gobernanza en el país es clave y debía ser la estrategia política del Gobierno de PPK al 2021. De tal manera que no solo se avance en la prevención o solución de conflictos (al que parece estar hoy ceñido el viceministerio), sino también en cimentar la democracia horizontal, que sería la mejor ofrenda y legado del Gobierno PPK a nuestra patria en su Bicentenario.
Edgar Villanueva
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