Jorge Varela
Chile sobre dunas movedizas
Entre dos socavones políticos
¡Qué desastre lo que está ocurriendo! Parto de la base que usted conoce esa noticia infausta que señala cómo algunas empresas del rubro inmobiliario construyeron en terrenos arenosos con vista al océano, un área extensa de edificios que se encuentran en riesgo inminente de derrumbe. La noticia detalla el cúmulo de decisiones y acciones que no fueron objetadas en su época por parte de autoridades negligentes que autorizaron dichas construcciones inestables. Esto que podría parecer una serie de ficción fruto de un relato mentiroso, es tan real como los socavones cercanos que amenazan con provocar la caída de varias torres.
¿Qué sentido tiene esta introducción? El de graficar que también la democracia chilena está asentada sobre una institucionalidad frágil, situada entre dos tremendos socavones que amenazan con precipitarla al vacío. A juicio de Orlando Saenz “nos estamos acostumbrando a construcciones ideológicas, políticas y comunicacionales construidas sobre terrenos completamente inseguros” (columna “Los socavones”. Portal El Libero.cl, 20 de septiembre de 2023).
Dos grandes socavones políticos
En tiempos que parecen lejanos, ¿quién hubiera pensado en una situación de peligro como la descrita? Desde otra mirada, ¿cuáles son esos socavones metafóricos que se ensanchan día a día?
El primero representa a una izquierda compuesta de formaciones sedimentarias con grietas diversas que se deslizan por la pendiente; una izquierda que atraviesa serios problemas de interpretación teórica y está complicada con la adaptación pragmática de textos nebulosos cuya comprensión apabulla incluso a sus autores contemporáneos.
El segundo socavón se sitúa hacia la derecha y muestra en su seno todas las brechas y dificultades que conforman lo escabroso de sus diferentes capas geológicas superficiales. Antes que se abriera la tierra era posible ver una derecha compacta; después de un primer derrumbe sísmico se puede constatar varios desgarros internos.
¿Será posible evitar la caída de la institucionalidad democrática? En estos socavones no hay formación rocosa, solo arenas que se desplazan con la fuerza de los vientos.
Ha surgido una nueva derecha
Alguien ha escrito sobre “la derecha perdida”. En verdad lo que está emergiendo de este verdadero “parto de las dunas” es “una nueva derecha tradicional”, conservadora, fundada en lo valórico, mientras su antecesora se descapitaliza al ritmo de sus torpezas.
La vieja derecha ineficaz, maltrecha y marchita (no confundir con marxista), (“fané y descangayada” como dice el tango de Enrique Santos Discépolo*), se está desmembrando sin siquiera percatarse de que el tobogán del desencanto la espera en la siguiente estación para acompañarla en su descenso. Cito además los siguientes versos premonitorios: “Nunca creí que la vería en un ‘requiescat in pace’ tan cruel como el de hoy… Fiera venganza la del tiempo”, es la desgracia del destino no querido.
Mientras la nueva derecha (la republicana) sí podría disponer de carriles anchos para correr tras sus objetivos, al no existir un centro político en buen estado físico-electoral que pueda disputarle el podio, siempre que sus atletas mal entrenados e impetuosos se preparen con inteligencia y método para emprender una posta dura que exigirá más resistencia que velocidad.
La izquierda erosionada
En el socavón opuesto la situación no es mejor. La izquierda tradicional permanece estancada tras sendos fracasos cuyos viejos y gastados progenitores no han sido capaces de reconocer, quizá por exceso de astucia o cobardía. Entre los astutos se divisa, como siempre, a los comunistas y a sus ahijados con bono especial.
Por su parte el sector de la nueva izquierda se ha convertido en un vasto espacio en que pululan doctores extravagantes y profesionales universitarios sin experiencia necesaria para responder los desafíos que significa gobernar para todos y no solo para sus adeptos. Si a lo anterior se agrega esa falsa superioridad ética dirigida a capturar incautos, habrá que concluir que la zona de erosión es aún más profunda en este lado oscuro del socavón.
Cómo evitar el desmoronamiento institucional
El colapso y la fragmentación del sistema en dos polos ha hecho desaparecer al centro político, el que se mantiene en punto de sopor y no despierta. No basta con que entre sueño y sueño los amarillos se limiten a levantar ‘alertas amarillas’, como si fueran frustrados agentes de tránsito que ante el desastre de una colisión inminente, solo pretendieran aligerar su conciencia.
¿Será factible inyectar una mezcla compacta de cordura que detenga la erosión y comprima las arenas en que se asentó tanta institución con pies de barro? Se trata de una tarea para gigantes en la que los pigmeos están demás y no sirven.
Estimado lector: hay que pensar en función del futuro, fortalecer las ideas, caminar sin miedo, mantener la mirada alta y atreverse a decir lo que uno piensa. Se requiere actitud positiva para que no aparezcan otros socavones, para que la inestabilidad deje de ser la bandera que representa al frágil Estado democrático posmoderno.
* “Esta noche me emborracho”, tango de Enrique Santos Discépolo.
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