Hugo Neira
Chile: metamorfosis aquicito nomás
El impulso a la revolución del conocimiento
Podría ocuparme de la política chilena. Podríamos creer que todo se trata de izquierda o de derecha, etc. La cosa es más compleja. En los diarios peruanos se están equivocando. Caen en ese defecto, la reducción. Si Camila Vallejo, futura Secretaria General del Gobierno, es del Partido Comunista, no significa nada de radical, lo que pasa es que en Lima no quieren, supongo haciendo rezos al cielo, que lo de Chile sea un gemelo de lo que tienen instalado en el Perú. El sistema que se organiza, en Chile, no tiene nada de parecido en el continente.
Y les voy a explicar qué es la Convención Constituyente. ¿Qué es una convención? Un poco de lingüística para esclarecerlo. Convención es: 1- Convenio o pacto entre dos o más personas (o sea, van a hacer alianzas y acuerdos). 2- Conformidad de una cosa u otra (idem). 3- Asamblea que asume todos los poderes del Estado (o sea, ¿para qué más?). (Diccionario Ideológico de la Lengua Española de Julio Casares)
Hay dos probabilidades de que resulte un sistema de ideas aceptado. En primer lugar, los convencionales, sean cuales fueran sus partidos y tendencias, son parte de una generación cuyas ideas y maneras de pensar son muy cercanos. En segundo lugar, esta generación quiere «otro modelo», otro capitalismo, que se puede alcanzar preservando sus tres pilares. Primer pilar, la estabilidad macroeconómica. Solidez fiscal y gasto público bien cuidado, exitoso control de la inflación por el Banco Central de Chile. O sea, la prudencia. El segundo pilar, la apertura al comercio internacional. Y el tercero, una estrategia no intervencionista de desarrollo, algo que fue resumido a «soluciones privadas para problemas públicos», y sí merece ser reformado. Esto consta en un excelente libro que se llama El otro modelo: del orden neoliberal al régimen de lo público (2013). Sus autores se formaron en las universidades anglosajonas y europeas.
¿Adónde va Chile? Ni hacia la izquierda ni hacia la derecha, VA A TRANSFORMARSE EN UNA NACIÓN INDUSTRIAL.
Estando en Santiago, trato de escuchar todas las voces posibles para entender qué es ese nuevo sistema que quieren. Encuentro en sus librerías libros publicados localmente y otros, llegados de Europa, cuyas ediciones revelan una sostenida actividad y renovación en las ideas y las acciones del Estado, con la actual sólida formación superior, y por cierto, eventos científicos que ni siquiera imaginamos. Un Chile en plena pandemia que continúa avanzando. Aquí se sabe lo que pasa en el mundo.
Tengo en mi mente, y con esto comienzo trasladando la preocupación a mis paisanos peruanos, una serie de proyectos inmensos para los años que vienen. Siempre en los políticos estadistas está presente cuál es la meta del Estado chileno, adónde se quiere llegar. He guardado algunos logros en la producción nacional y mundial. Tras las urnas y los votos, apareció una más de esas metas, que cambiaría por completo el Chile actual: «HAY UN COMPROMISO PARA CONSIDERAR A LA CIENCIA COMO UN PILAR EN EL DESARROLLO DEL PAÍS» (A toda página en el diario El Mercurio del 22 de enero). Y el que lo anuncia es el futuro ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación del gobierno de Boric, el doctor en Inmunología, Flavio Salazar, de 56 años. A propósito, ¿tenemos en Lima un Ministerio de Ciencia?
Por mi parte, siempre he insistido en que, en nuestra época, ya no se puede salir del Tercer Mundo como lo han hecho varias naciones en Asia. En Indoamérica, podíamos haber alcanzado ese nivel con Brasil y México, o acaso con Venezuela —por sus recursos—, pero no hicieron ese esfuerzo.
Ante tal propagación, podemos preguntarnos si Chile tiene los cimientos para dar el salto a la educación de los países o sociedades avanzadas. Pero los datos sobre las universidades chilenas (sin que yo forme parte de alguna) son auspiciadores. El caso es que entre el año 2016 y el año 2020, en esos cinco años, las patentes de las universidades chilenas han crecido en un 75,8% a partir de innovaciones de la industria química (adjunto el cuadro estadístico de El Mercurio del 26-08-21 de las 10 universidades que lideran las patentes). Por último, han ampliado la gratuidad en la educación superior, logrando, en el 2022, 66 instituciones elegibles. Hay incluso expertos en formación para Acción Educativa para la crisis de la Salud.
Basta de datos y números. Voy a sentar el futuro contorno urbano y rural, el más sencillo y popular. Se habla en los medios de las soluciones innovadoras chilenas para tener ya «ciudades más inteligentes» y aplicar la tecnología del siglo XXI. Las smart cities fueron impulsadas desde el 2016 por la iniciativa privada. Hay también innovaciones de alcance internacional, como poner «los datos del mar austral a disposición de científicos de todo el mundo», o sea la meteorología en las arenas de las costas chilenas, mediante alianza público-privada entre la fundación Data Observatory y las universidades, respondiendo al llamado de Naciones Unidas de proteger el planeta y erradicar la pobreza de aquí al año 2030.
Me parece que a los chilenos, en esa etapa del futuro del planeta, les llama la curiosidad por la ciencia en el acto. En estos días se ha logrado algo en la exploración de las profundidades. Titular en los diarios: «Científico chileno desciende más de 8000 metros en primera expedición tripulada a la Fosa de Atacama». La noticia sigue con estas líneas: «El investigador hizo la travesía junto a el estadounidense Victor Vescovo, quien piloteó el sumergible. La hazaña duró casi diez horas frente a la Península de Mejillones». Yo no sabía que en Chile hay un Instituto Milenio de Oceanografía del cual el explorador chileno, Dr Osvaldo Ulloa, es director.
Por último, viene una tendencia que rompe la permanente dupla en guerra, la izquierda y la derecha. La sociedad, en diversos lugares, tiene polos pero no izquierda y derecha enfrentadas. Con la forma de vivir y trabajar hoy día, el mundo ha cambiado. Las sociedades se fragmentan, pero no por esas dos fuerzas. Aumento de escolares y con competencias mejores, diversas modificaciones, diversos mundos producidos por la mundialización. Y para poner un ejemplo, Pascal Perrineau —autor de La France sous nos yeux (Francia bajo nuestros ojos), nos dice que en Francia ya no hay más 'partido socialista', mientras que en otros lugares crece la tendencia ecológica, inclasificable. En los libros de Pascal Perrineau, los jóvenes toman distancia de lo que fue la fe de sus abuelos. En cuanto al comunismo, entre los libros que circulan en el mundo, está «Después de la caída: El fracaso del comunismo y el futuro del socialismo» (Ediciones Crítica, 1993), autores —todos o casi—, grandes marxistas del siglo XX.
CONCLUSIÓN
Lo que voy a decir no tiene nada que ver con la Guerra del Pacífico. Ni tampoco con un excesivo asombro por el culto a la ciencia y entender las diversas exposiciones de la naturaleza. Solo digo que, muy pronto, apenas 15 o 20 años por delante, cuando el Perú ya no tenga más, al sur, un país más de los que que existen en nuestro continente sino un país industrial, potente, dotado de ciencia, energías nuevas y control del agua, ¿qué pasará con los peruanos? ¿Serán los venezolanos del siglo XXI? ¿Irán a servir a otro país? La migración será otra de nuestras vergüenzas: nada hicimos por ingresar, en el siglo anterior, a la REVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO, al conocimiento de nuestra geología. La soberanía se consigue con gente formada para ser autónomos, pero no veo por ningún lugar jóvenes entusiasmados por diferentes disposiciones educativas y el vivir en una economía abierta, por los puertos que el Perú podría construir para dominar el Océano, cuya otra orilla es la poderosa China, que no tiene muchas plantas y minerales. Cada universidad es distinta.
PARA EL PRESIDENTE
Señor presidente:
Tiene usted una ocasión estupenda. Tenemos playas como las tiene Chile. Y al otro lado del Océano Pacífico, el país más potente del mundo ya ha sobrepasado a los Estados Unidos. Olvídese de Bolivia, nos traicionaron en la Guerra del Pacífico. Nos metieron en ella y luego se echaron a correr para volver a Bolivia. Nos quedamos solos en una guerra para la cual no habíamos comprado armas ni barcos. En el mundo hay más de un país sin salida al mar. Suiza es uno de ellos. Y no se mueren de hambre. Hay otros, pero estoy alejándome de lo que le quería decir. Construya 6 o 9 grandes puertos en nuestras ciudades del norte. Eso significa, en la economía del sistema mundializado, una vía para comerciar con China y el Asia, y comprar con ellos máquinas modernas, e incluso tomar lecciones para nuestra economía, esas habilidades de los peruanos.