Giancarlo Peralta
Castillo y Cerrón saben lo que quieren
Emplean todas las argucias posibles para mantenerse en el poder
La dupla en el gobierno, Castillo/Cerrón, rechaza la democracia y, por lo tanto, el estado de Derecho y el orden constitucional. Sus reiterados llamados al cierre del Congreso de la República son una muestra de su intolerancia y su disposición a emplear todas las argucias posibles para mantenerse en el poder y evitar que exista un fuero que se oponga a sus inconductas, por decir lo menos.
En la actualidad, la dupla gobiernista está abocada a la consolidación de su poder, a la infiltración del aparato estatal para desde allí garantizar su perpetuidad. No creen en la alternancia, y poco a poco se van desechando de la izquierda caviar, a la que califican de hipócrita, cobarde, proclive al conciliábulo bajo la mesa. También la acusan de haberse escondido cuando las “vanguardias” subversivas decidieron “pasar a la acción”.
Pero, ¿qué representó pasar a la acción? Trastocar la ética y la moral de cientos de jóvenes, a quienes se les convenció de que ofrendar sus vidas al servicio de los cabecillas del terrorismo era el costo social de su revolución, cuando en simultáneo se servían del narcotráfico para agenciarse el financiamiento para sus acciones. Jóvenes que fueron dogmatizados en las “escuelas de formación ideológica” de los autodenominados partidos revolucionarios.
Cientos de esos jóvenes también delinquieron, cometieron asesinatos, atentaron contra la propiedad pública y privada, actuaron de manera despótica con los discrepantes, recurrieron al secuestro y a la extorsión. Inclusive una militante norteamericana del MRTA planeaba con sus cómplices la toma del Congreso de la República para volver a extorsionar el país y lograr la liberación de sus dirigentes. Similar pretensión tuvieron en 1997 con la toma de la residencia del embajador del Japón que terminó con el exitoso rescate de rehenes por parte de las Fuerzas Armadas a través de la Operación Chavín de Huantar.
Por lo expresado, también se oponen a la fe y a la creencia de la existencia de un ser superior que oriente el accionar de las personas. Para ellos, la fe y la moral son contrarrevolucionarias porque dificultan el proceso de manipulación al que someten a los jóvenes. La educación que fomenta el pensamiento crítico –entendido este como un proceso reflexivo para llegar a una conclusión mejor– es otra de sus enemigas.
En concordancia, contar con un profesor de la calidad y ética profesional de Pedro Castillo le resulta útil a Cerrón y a la infiltración castrista en Latinoamérica. Del mismo modo, Cerrón le resulta útil a Castillo, quien dice que le demuestren que él haya robado un centavo al pueblo. Sin embargo, sucede que todo su entorno sí está implicado en el robo de varios millones de soles. Por lo tanto, además de ser un mal gestor, resulta que tampoco sería un buen supervisor del manejo de los dineros de todos los peruanos que pagan sus impuestos.
Castillo sabe que por sus propios medios jamás hubiese alcanzado los ingresos formales que en la actualidad ostenta. Cerrón sabe que la ambición de Castillo es muy limitada, en tanto que la de él parece ser ilimitada.
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