Miguel A. Rodriguez Mackay
Bolcheviques por mencheviques
Perú es un Estado conducido por un gobierno comunista
Los caviares, los progresistas y con ellos, los arribistas terminaron siendo perfectos tontos útiles del nuevo gobierno del Perú, que los utilizó según sus antojos. Apenas el presidente Pedro Castillo pasó a la segunda vuelta, cruzaron de un lado del río al otro, sin importarles los escrúpulos de mínimum en la axiología política de toda persona humana que decide dedicarse a la política. Ahora han quedado frustrados en sus pretensiones de conseguir un puesto en el gabinete. Esa es la penosa realidad de los arribistas y los mediocres, pues los radicales tenían todo previsto, y por eso los expertos en colgarse de los gobiernos esta vez tenían sus horas contadas.
Todos sabemos quiénes son, y su triste, desesperada y escandalosa forzada movilización los reveló como hambrientos, con tal de ganar un puesto, cualquiera, en el nuevo gobierno. Los bolcheviques –es decir, los duros e indolentes– se dieron cuenta de sus apetitos y febrilidades y decidieron ningunearlos, teniéndolos en las distintas comisiones de transferencia ministeriales. Nadie va a creer que decidieron bajarse del barco. Fueron botados al mar, que es distinto. Es el precio cuando no se tiene dignidad.
La postergación de la juramentación del gabinete para el 30 de julio, su adelantamiento al 29 a las 8:00 pm y su retraso hasta por tres horas más, revelan las pugnas entre los sectores radicales liderados por el señor Vladimir Cerrón y la corriente caviar que repetía al oído al presidente Castillo sobre la necesidad de congelar al presidente del Partido Perú Libre, planeando incluso que terminara en la cárcel. Cerrón sabe de quienes se trata y arremeterá contra ellos tarde o temprano, sin misericordia.
Está completamente claro de que el presidente de la República, Pedro Castillo, tuvo que terminar cortando la cabeza a sus proyectados ministros, puestos en sus narices por los caviares. De lo contrario, los radicales que lo hicieron candidato, se la cortaban a él. Esa es la verdad del puro realismo político que nos está tocando a los peruanos en estas horas aciagas.
Los bolcheviques de nuestro país, como en los tiempos de la Revolución Rusa –con Vladimir Lenin, que arrasó con la familia del Zar Nicolás II, todos fueron eliminados para asegurar que a nadie se le ocurriera reclamar el trono–, decidieron prescindir de los políticos moderados o indecisos, llamados los mencheviques. Eso es exactamente lo que está pasando en Perú. El nuevo gobierno del Perú va a querer quedarse en el poder y por eso han acudido sin ocultarlo, a un gabinete ad hoc que asegure, con los instrumentos de hoy, la captura del poder, que ya consiguieron, el mantenimiento en el poder. Para ello acudirán a una necesaria etapa de populismos que les permitan ganarse al pueblo para lograr sus objetivos; como la Asamblea Constituyente que redacte la Constitución que están queriendo a cualquier precio, y que consagre la sucesión en el poder, que sería lo mismo que la perpetuación en el Perú.
Para muchos el señor Castillo se ha burlado de los peruanos, pero debo recordar que todo lo que hace se halla dentro de la Constitución del Perú, que por supuesto va a cambiar, y de lo único que se está valiendo es del método dialéctico, propio del marxismo, leninismo y maoísmo que muchos no creyeron. La juramentación del gabinete debió hacerse conforme Castillo solapadamente había previsto, pero hemos visto que ha sido hecha conforme las imposiciones del señor Cerrón.
El Perú acaba de iniciar una nueva etapa en su vida republicana y conviene despertar en esta nueva realidad política. Nadie debe escandalizarse porque fueron advertidos de la realidad que estamos viendo. Por primera vez la política exterior del Perú será conducida por un exguerrillero, como es el caso de Héctor Béjar, intelectual de la izquierda peruana que tuvo una vida llena de sobresaltos y que hoy se ha convertido en ministro de Relaciones Exteriores; es decir, un premio a su vida combativa.
Nadie debería quejarse porque la orientación que tendrá, por ejemplo, la política exterior del Perú será en adelante aquella que la mayoría de peruanos ha permitido con su voto. En lo que sigue, entonces, el país será oficialmente un Estado conducido por un gobierno comunista, aunque muchos lo nieguen. Y debemos estar preparados para asimilar al Perú en los ejes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América –ALBA de origen chavista– y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, creada en México para desestabilizar a la OEA). Esa es la realidad tantas veces advertida pero poco escuchada y creída.
Sin que tengamos que llorar sobre leche derramada, en adelante, lo que pase al país será exclusivamente responsabilidad del nuevo gobierno y también de los peruanos que votaron por él. Este gobierno recién comienza a hacer realidad sus objetivos, determinados por el materialismo histórico y dialéctico. Y los tiene claramente definidos. Prepárense.
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