Javier Agreda

Blanca Varela y su “Concierto animal”

Análisis del último poemario publicado por nuestra gran escritora

Blanca Varela y su “Concierto animal”
Javier Agreda
01 de diciembre del 2021


Dos tendencias básicas se pueden encontrar en toda la poesía de
Blanca Varela (Lima, 1926-2009): por un lado poemas breves basados en imágenes simples y que usan a la naturaleza como fuente de símbolos; por otro los poemas más complejos y extensos, con imágenes de estirpe surrealista. Ambas tendencias aparecen claramente en sus dos primeros poemarios, Este puerto existe (1959) y Luz de día (1963); pero en sus últimos libros la primera de ellas se fue imponiendo hasta llegar casi al límite en su poemario Concierto animal (Peisa, 2009), un libro en el que el rigor y la contención formal son la contraparte necesaria para la amplitud de los temas y la complejidad de las reflexiones.

Los animales aparecen en la obra de Varela como elementos que, paradójicamente, han llevado al yo poético de los temas más materiales y terrestres hacia el plano espiritual. Eso sucedía por ejemplo en el poema “Ternera acosada por tábanos” del libro Ejercicios materiales (1991): “sólo recuerdo al animal más tierno/ llevando ... /como otra piel aquel halo de sucia luz/... / tras la legaña/ me deslumbró el milagro mortecino”. En Concierto animal esta idea es desarrollada a plenitud en varios poemas. Por su brevedad citamos completo el primer texto (sin título como los demás de este libro): “niño come llorando/ llora comiendo niño/ en animal concierto/ el placer y el dolor/ hacen al ángel/ a dos carrillos músico”. Y el planteamiento se mantiene hasta el final: “el animal que se revuelca en barro/ está cantando/ amor gruñe en su pecho/en sucia luz envuelto”.

Aunque en no todos los poemas se recurra a la imagen de los animales, hay siempre en ellos un elemento “material” que de alguna manera conduce a lo espiritual: “dame tu tacho de basura/ la quemaré te lo prometo/ no la voy a crucificar...”. Esta materialidad elemental se expresa también en la concisión y simpleza de los aspectos formales: textos breves y de versos cortos, sin signos de puntuación y casi sin ornamentos retóricos. Incluso en el lenguaje se dan preferencia a los elementos imprescindibles como sustantivos y verbos, dejando de lado los adjetivos, adverbios y hasta ciertos nexos lógicos. El resultado es una poesía austera, despojada de descripciones y datos biográficos, que presenta al lector lo más directamente posible su peculiar universo constituido por elementos de una simbología muy personal.

Estructurados rigurosamente a partir de estos principios poéticos, los textos van abordando diversos temas a veces con ironía crítica, a veces como una búsqueda de verdades trascendentes, y siempre con un cierto “desencanto existencial” (como ha señalado la poeta Carmen Ollé). Así se habla de la muerte, la racionalidad (“mi cabeza como una gran canasta/ lleva su pesca// deja pasar el agua mi cabeza”), la soledad (“si me escucharas/ tú muerto y yo muerta de ti/ si me escucharas”), o el inexorable paso del tiempo (“juntar los días los años las horas/ tierra de nadie en el mismo cajón, memoria a oscuras castigada”).

Tanto por el rigor formal, la coherencia de los textos y la unidad estructural, Concierto animal nos parece uno de los mejores poemarios de por Blanca Varela, una de las voces más importantes de la denominada generación del cincuenta y la mayor poeta peruana del siglo XX. Un libro de madurez y lleno de sabiduría.

Javier Agreda
01 de diciembre del 2021

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