Luis Quispe
Bajo desarrollo de la minería repercute en la economía del Perú
El Estado no brinda garantías sociales, políticas ni jurídicas
La minería formal y moderna es considerada por muchos como el pilar fundamental en la generación de empleo y riqueza. No es algo menor, ya que los indicadores socioeconómicos lo respaldan: el sector aporta el 14% del PIB nacional y, según el INEI, por cada empleo directo se crean siete empleos indirectos.
Siguiendo esta línea, la minería es muy importante para el Perú. Tributariamente, es de gran ayuda para el cierre de brechas en todas las zonas de influencia donde se desarrolla la actividad. En el 2022, la recaudación fiscal para el Estado peruano fue de S/ 15,848 millones, una cifra histórica en el país.
Por esta razón, la sostenibilidad de la minería es de interés nacional, ya que sin ella se reducirían las proyecciones de crecimiento. En la actualidad, estamos atravesando momentos de incertidumbre debido a la baja inversión en la minería. Las exploraciones no avanzan debido a una serie de trabas burocráticas que se presentan en los permisos y derechos. Por otro lado, carecemos de nuevos proyectos importantes que podrían mantener las cifras en verde. Tenemos en lista a Zafranal, un proyecto de cobre que podría ser inaugurado en 2024, Yanacocha Sulfuros de igual manera, Michiquillay que está en construcción pero con latentes indicios de paralizaciones, aunque nada concreto ni cierto, entre otros pocos. Además, se suma el ruido extremista que ha desembocado en la paralización de varias operaciones mineras en el sur del país.
Este acumulativo de hechos desalentadores para el sector se refleja en datos realistas. Según el BCR, la inversión privada caerá un 0.5% en 2023, en comparación con el 1% de crecimiento que se proyectaba en diciembre pasado. Esta alarmante caída se debe a los números rojos en cuanto a la inversión minera (-16.7%), que arrastra, sin lugar a dudas, la inversión total.
Este poco crecimiento se debe a la falta de viabilidad de nuevos proyectos importantes para el país, además de la falta de garantías sociales, políticas y jurídicas que brinda un Estado para el sector minero. Si comparamos con nuestro vecino país Chile, vemos que ellos cuentan con una mayor sujeción de proyectos mineros, lo que los hace tener una buena proyección a mediano y largo plazo.
El motor de la economía peruana no debe ser aislado ni manipulado por algunos pseudos dirigentes "antimineros", ni mucho menos por supuestos políticos que dividen y crean odios en el tejido social. Es deber del Estado y del empresariado informar sobre la importancia del sector para buscar un punto en común y destrabar proyectos que se encuentran en cartera y que serían de gran ayuda para el Perú.
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