Maria del Pilar Tello
América Latina y la Guerra Fría tecnológica
Dos visiones: la neoliberal estadounidense y la planificada china
La Unión Europea quiere recuperar posiciones de influencia e intercambio comercial con América Latina, una región que sigue siendo esencial para defender derechos y libertades tanto en la política como en la tecnología. Hay convicción de que nuestros países están más cercanos a la democracia después de tantas décadas de dictaduras. Pero también hay temores de avasallamiento tecnológico porque estamos rezagados en la innovación, en la investigación y en el debate sobre la revolución tecnológica.
Conocemos de las crisis de representatividad y confianza que afectan a nuestras democracias, que no solo pueden sustentarse en la asistencia esporádica a las urnas. También tienen que defender los intereses colectivos y dar seguridad a los ciudadanos de que los gobiernos están al servicio del bienestar para todos.
Dos caminos han ido quedando claros durante las últimas décadas en el uso de Internet: el neoliberal estadounidense y el planificado chino. Dos visiones que se imponen sin que una sea mejor que la otra. Una desde Silicon Valley con amplia repercusión en Washington y en el mundo occidental; otra desde Pekín, muy cerca del Partido Comunista Chino, con afanes políticos de hegemonía y de control político de las personas.
China avanza con velocidades similares a las de Occidente, con la inteligencia artificial, ponderando sus resultados autoritarios. Tiene sus propios gigantes tecnológicos que atienden su mercado replicando el de Occidente.
En Estados Unidos los gurús de Silicon Valley son liberales con ideas singulares. No aceptan totalmente la democracia liberal con sus pesos y contrapesos para limitar al monarca absoluto. No quieren restricciones y avanzan como las grandes empresas del mundo. Integran el exclusivo club de seis norteamericanas y dos chinas en competencia por la innovación. Hoy la lidera Estados Unidos, aunque no sabemos por cuánto tiempo.
China lleva un registro de la vigilancia de toda su población, a través de múltiples técnicas. Da puntuación a cada uno y los evalúa y controla cada día para detectar críticos, rebeldes, díscolos o disidentes del partido único. Los buenos reciben todos los servicios del Estado. A los malos se les quita puntos para sancionarlos, y la atención estatal que reciben es precaria.
Como dice José María Lasalle, algunos ven en el siglo XXI el segundo siglo norteamericano, pero podría terminar siendo el primer siglo chino. Y América Latina deberá alinearse con el humanismo europeo o escoger entre el capitalismo exacerbado estadounidense o el modelo autoritario chino, ambos en carrera por la supremacía tecnológica. Europa es la tercería humanista y espera el apoyo de nuestra región que le es más cercana en valores y defensa de la persona humana. Pero en nuestro país ni siquiera hemos empezado este debate.
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