María Cecilia Villegas
Ahí está el detalle
Las contradicciones del candidato Julio Guzmán
Julio Guzmán quiere ser presidente y su mujer para la olla. Bien por ella. No comparto las críticas que le hacen por ello ni por sus poses de candidato “mandado a hacer”. Celebro que una persona preparada académicamente y con experiencia profesional en políticas públicas decida ingresar a la política con todo lo que ello implica.
Guzmán lleva más de dos años preparándose para ser el “outsider” que, según sus propias palabras, el Perú necesita. Guzmán quiere ser lo que fue en su momento Alberto Fujimori, el expresidente investigado por Carolina Lizárraga, quien ahora acompaña en la plancha del candidato de Todos Por el Perú. Guzmán quiere ser el outsider de la elección porque cree ser “el elegido”.
Así (y estoy segura que sin quererlo) Guzmán da la impresión de reconocer al gobierno de Fujimori cierto éxito. De lo contrario, para él ser un outsider tendría una connotación negativa. Pero lea usted lo siguiente: hace poco le preguntaron a Guzmán si el gobierno de Fujimori fue una dictadura y respondió: “absolutamente”. También le preguntaron por Venezuela y respondió lo mismo. No obstante, cuando le preguntaron por Ecuador, el candidato Guzmán señaló: “no tanto”. Y lo gracioso es que el Perú en los noventas estuvo más cerca de ser Ecuador que de ser Venezuela. Eso de andar acomodando los principios a las situaciones que más convengan es muy de Groucho Marx.
Guzmán sostiene que el presidente es un estadista. Por lo tanto, no tiene porqué saber cuál es el distrito más pobre del Perú. Ni cuál es la región con mayor incidencia de inseguridad ciudadana. Lo que un presidente tiene que hacer, dice Guzmán “es rodearse de la gente que realmente sabe los detalles.” Como diría Cantinflas: “sí, pero no”. El problema es que Guzmán no es presidente y dice ser especialista en políticas públicas. Ergo, debería conocer los “detalles”.
En una reciente entrevista realizada por el diario El Comercio donde se abordaron tres de los problemas más serios que enfrenta el país (pobreza, informalidad e inseguridad ciudadana) el candidato no supo responder adecuadamente. Guzmán no sabe cuál es el distrito más pobre del Perú y señala, en su defensa, que es irrelevante saberlo porque “pobreza hay en todos lados”.
El candidato cae en contradicciones cada vez que se le confronta con opiniones pasadas. Eso me hace dudar de sus cualidades de estadista, esas que él mismo dice tener. No se acuerda por quién votó en el 2011 a pesar de que solo hubo dos opciones: Keiko y Humala. O su memoria es demasiado frágil, con lo cual le será difícil retener la información que necesita un presidente, o simplemente prefiere no decirlo porque ello atenta contra sus intereses actuales.
Y otra vez volvemos a Groucho. Preguntado sobre minería, responde con slogans y decide atacar de medio lado a la empresa concesionaria de Tía María. Lugares comunes para ganarse el apoyo popular: “les pido que investiguen un poquito cuáles son las credenciales de Southern” señala. No obstante: no dice nada novedoso.. Valdría recordarle que ir contra las empresas en plena desaceleración económica y al inicio del proceso electoral es irresponsable. Lo último que necesita el Perú y los ciudadanos es que se ahuyente aún más a la inversión privada.
Demasiados lugares comunes. Y ahí está el detalle. Busquemos candidatos que se atrevan a hablar directamente y que no acomoden sus ideas para ganar votos y complacer audiencias. De lo contrario estaremos, nuevamente decepcionados con el que entre a Palacio.
Por: María Cecilia Villegas
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