Manuel Gago
5 de abril. ¿Benigno o maligno?
Contra los relatos que distorsionan y falsean la historia
Contra los relatos que distorsionan y falsean la historia
Con asombro, hay quienes se enteran tardíamente de la enorme corrupción en los gobiernos locales y regionales. Y también se enteran de la nula prevención existente recién cuando los huaicos e inundaciones llegan hasta el cuello de la gente. No saben que los laudos arbitrales se inician en los contratos que firman los proveedores con las instituciones públicas; y que por una discrepancia entre ellos, un árbitro comercial coimeado resolverá y le dará la razón al contratista, que cobrará mucho más de lo pactado. Y “ese mucho más de lo pactado” se lo reparten desde el inspector hasta el alcalde o gobernador, pasando por asesores jurídicos y técnicos, y todos los demás.
Son los mismos que no se enteraron de Sendero Luminoso hasta que un coche bomba explotó en Tarata; ni tuvieron idea de la peligrosidad del maoísmo hasta que llegaron los paros armados y quemaron vivos a taxistas que se resistieron a la imposición del “pensamiento Gonzalo”, Menos aún saben que en sierra y selva, tiros de gracia a los sacavuelteros —a los que se acostaban con los hombres y mujeres que no eran suyos— imponían una moral para ganar adeptos. Para entonces, los ashaninkas ya estaban secuestrados, sus varones asesinados, sus mujeres violadas y sus hijos eran carne de cañón y nuevos cuadros para una ideología perfilándose para el mañana (que es hoy). Tampoco sabían de los estudiantes, profesores y empleados de la Universidad del Centro que eran asesinados por sicarios traídos del Huallaga, por el narcotráfico aliado del terrorismo comunista.
Mientras el Perú heredaba de Alan García una inflación terrible —con crisis económica y financiera, sin empleos y sin oportunidades—, los que podían huían del país, dando fe de la derrota humana y del espíritu abatido. El país de los “políticamente correctos” se regocijaba con sus leyes y sus normas dando origen al 70% de la informalidad de hoy. La política tradicional fue incapaz de mirar la realidad y de enfrentar con inteligencia y con firmeza a esos enemigos que carcomían las bases de esa institucional y estado de derecho que dicen defender, sin poner el pecho y sin pensar en las mayorías. Toda decisión era calculada midiendo las conveniencias y el registro histórico y, por eso, no hicieron absolutamente nada. Dejaron que el terror y la crisis avanzaran. Antes de ese 5 de abril, un obstruccionismo casi le quita a Perú el futuro que hoy tiene, con sus deficiencias y necesidades no atendidas, pero libres de comisarios comunistas vigilando cada calle, asustando y reprimiendo como en Venezuela y Cuba.
Revise usted los acontecimientos de esos días y no sea víctima de la mentira, de los relatos que distorsionan la verdad y falsean la historia. Existe una carga fuerte de odios con ropajes democráticos y de civismo. La intolerancia divide al país entre buenos y malos, decentes e indecentes, pulcros y manchados. Vuelva usted al pasado y repase las circunstancias de esos días. No se avergüence de la posición que tomó en aquella época, de ese 80% y más que apoyo una decisión difícil. Nos han polarizado levantando banderas que no han servido para liberar a la población de sus cadenas, de sus carencias y temores.
¿Valió la quiebra democrática aplaudida por una mayoría inmensa en esos días? ¿Fue maligna o benigna la decisión del 5 de abril? Dígalo sin titubeos. Yo elegí la buena fe, sin malicia.
Manuel Gago
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