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Presidente, ¿para qué la popularidad?

Las disyuntivas del jefe de Estado

Presidente, ¿para qué la popularidad?
Víctor Andrés Ponce
21 de enero del 2019

 

El presidente Vizcarra acaba de anunciar que la licencia de construcción para el proyecto de cobre de Tía María (en Arequipa)se trabajará con las nuevas autoridades elegidas en los comicios regionales. Y considerando que el nuevo gobernador regional, Elmer Cáceres, se ha mostrado contrario al proyecto, todo parece indicar que la administración Vizcarra se hará de la vista gorda. El Estudio de Impacto Ambiental de Tía María, trabajado durante años y en diálogo con la comunidad, vence en agosto. En otras palabras, ganaría el Frente Amplio, Marco Arana y todos los marxistas anti inversión, y perderían el Perú, los pobres y el desarrollo.

En este contexto, vale preguntarse, Vizcarra, ¿para qué desea tanta popularidad? ¿Tía María no debería representar una obsesión presidencial? La indolencia del jefe de Estado frente al mencionado proyecto minero —no obstante el apoyo registrado en encuestas— contrasta con su voluntad de interferir y presionar a las instituciones. Vizcarra interrumpió una visita de Estado a Brasil para respaldar a dos fiscales —uno superior y otro provincial— y liderar la toma de la Fiscalía de la Nación. El hombre caminó hasta el Congreso llevando un proyecto para intervenir el Ministerio Público, que luego fue rechazado por inconstitucional. Más tarde quiso jugar el mismo partido respaldando al juez Concepción Carhuancho, no obstante que este había violado la Constitución y las leyes procesales. En otras palabras, tenemos un jefe de Estado que no gobierna, pero que sí pretende liderar las responsabilidades de policías, fiscales y jueces en “la lucha contra la corrupción”.

La cosa se pone en extremo grave cuando nos percatamos de que el sur del Perú está, prácticamente, abandonado: Evo Morales y los gobernadores regionales antisistema desarrollan una estrategia particular con la venta de balones de gas boliviano subsidiado. ¿Acaso algo parecido al pasado subsidio venezolano de petróleo para las izquierdas regionales? No solo en el sur el Estado permanece ausente, sino también en el norte: la reconstrucción no despega. Falta de gobierno en todos los sentidos, pero obsesión con la popularidad. ¿Para qué?

Las recientes encuestas revelan que la popularidad de Vizcarra se estanca. Considerando la magia de las encuestadoras, algo así significa que la popularidad presidencial ya comenzó a caer. El balance es simple: mucha pelea con la oposición e intento de controlar instituciones, pero cero gobierno, cero reformas no vinculadas a golpes a la oposición o disputas institucionales. ¿Qué va a suceder cuando la ciudadanía perciba que los acuerdos de Rafael Vela y Domingo Pérez con Odebrecht solo sirven para perseguir opositores y proteger a los amigos?

De alguna manera, el jefe de Estado comienza a caer en un escenario difícil de controlar. Cuando Vizcarra ande en ajetreos, los marxistas que han gobernado con Toledo, Humala, PPK y Villarán y los medios tradicionales que se engrosaron con el nadinismo, simplemente le darán la espalda, como ha sucedido con todos los encumbrados que apoyaron en los últimos 20 años.

Ahora bien, Vizcarra seguirá teniendo la sartén por el mango si utiliza su popularidad para organizar la gobernabilidad e impulsar reformas que relancen el crecimiento. Quizá pierda algunos puntos, pero mantendrá una base de apoyo amplia a favor de un gobierno con sentido común. Y de alguna manera le irá bien. La otra posibilidad que tiene de utilizar su popularidad es seguir afirmando al Vizcarra “luchador contra la corrupción”, al “presidente legislador” y seguir intentando controlar instituciones para posibilitar una reelección.

 

Víctor Andrés Ponce
21 de enero del 2019

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