LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿Gobierno en campaña?
Dilemas políticos de la administración pepekausa
La subida en las encuestas del gobierno y del presidente Kuczynski, al parecer, ha disparado la adrenalina oficialista y, de una u otra manera, se empieza a percibir a una administración nacional que sale a la caza de la popularidad. Las declaraciones del jefe de Estado en el sentido de colgar a los rateros parecen formar parte de esa intención.
La idea, la imagen o el recurso coloquial de colgar a los delincuentes puede ser una barbaridad, pero tiene enorme impacto político en un país en el que el Estado ha abandonado sus responsabilidades frente al desborde de la ola criminal. Quizá lo menos pernicioso sería que PPK haya soltado el exabrupto como una expresión más de su personalidad. Ojalá.
Sin embargo todo parece señalar que el oficialismo está embriagado de triunfalismo con el incremento de popularidad después de experimentar una aterradora caída libre. Y el gran problema es que la ausencia de políticos con escuela en el Ejecutivo y las características de Fernando Zavala al frente de la PCM podrían llevar a creer que hay una estrategia que funciona: gastar una millonada en encuestas, medios y marketeros, jalarse a un sector de rompehuesos del antifujimorismo y tensar con el fujimorismo para ganar el aplauso mediático.
El oficialismo debería entender que ha recuperado popularidad porque, por primera vez, hizo política: miró las cosas de abajo hacia arriba y movilizó al Estado para atender la emergencia. Si no hubiera existido ese punto de quiebre, todo el oro del mundo gastado en medios y marketeros no habría servido de mucho. ¿Qué debería entonces hacer la administración PPK para seguir en la buena ruta?
Quizá olvidarse de los medios y volver a la dinámica COEN de la emergencia. Ubicar al jefe de Estado y al Gabinete en el eje de la reconstrucción, plantear una plan para salvar el crecimiento del 2017 —que empieza a rodar hacia abajo (sin minería el Perú quizá terminaría en recesión este año)—, relanzar las obras de infraestructura, pelear con uñas y dientes algunos proyectos mineros y enfrentar la crisis de seguridad ciudadana, que se desborda por todos lados.
Para enfrentar retos de este tipo se necesita coherencia y audacia gubernamental. ¿El gabinete se preocupa principalmente de denunciar a los corruptos (tarea de fiscales, jueces y periodistas) o se propone una salida para los grandes proyectos de infraestructura comprometidos en los casos de corrupción y que son claves para relanzar la economía? ¿Cómo se lanza un shock de presencia estatal con servicios e inversiones en zonas fundamentales para viabilizar proyectos mineros como el de Tía María, por ejemplo? ¿Cómo se moviliza a todas las instituciones del Estado (Fiscalía, Poder Judicial, Policía y otras entidades) para enfrentar la crisis de seguridad ciudadana? ¿Cómo se articula a las regiones, municipios y tenientes gobernadores para levantar información y elaborar alternativas de reubicación de las viviendas en zonas de riesgo?
Todas estas interrogantes, de alguna manera, tienen que ver con una aproximación diferente a la política. En vez de mirar el espacio público desde el set de una radio o canal de TV, habría que mirar desde fuera del Estado, desde la provincia, desde la base. Si las cosas enrumbaran en ese sentido los ministros ni siquiera tendrían tiempo para pasearse por los medios de comunicación o lanzar whatsapeos como media star, el gobierno no se plantearía gastar millonadas en publicidad ni participar en guerritas con la mayoría legislativa para lanzar humo sobre la realidad.
Imaginemos por un momento que el propio PPK comienza a dirigir y a representar el trabajo en todas estas áreas que tienen que ver con la reconstrucción, el relanzamiento de la economía y la crisis de seguridad ciudadana. El marketero perdería su chamba y a PPK no le interesaría hablar de colgar a los rateros.
Víctor Andrés Ponce
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